martes, 21 de septiembre de 2010

Ateísmo Político

Una de las cosas que siempre he disfrutado, como buen vago disciplinado que soy, ha sido perder el tiempo en la cama escuchando la radio. Confieso, por absurdo que parezca, que pongo el despertador media hora antes para saber que me queda ese espacio de tiempo para holgazanear informándome. Me estiro mientras escucho a Carles Francino y sus contertulios destripar las noticias, aun calientes como los croasants de mantequilla del horno de Dorita.

Realmente, en los últimos tiempos, me cuesta cada día más disfrutar de este absurdo ritual. Mi espalda se resiente al estirarme, mi cerebro ante lo que escucho y mi corazón , y a veces mi estómago, ante lo que siento.

Yo siempre he sido una zoon politikon, que decía Aristóteles. Un animal político. Nunca me había mostrado ajeno a los asuntos políticos y sociales del espacio en el que vivo. Incluso reconozco que me atraía, en mi juventud (ingenua juventud, pero que bella), la política activa. Siempre más cercano a posiciones progresistas, por convicción y herencia, pensaba que era imprescindible la clase política como brazo legislador y ejecutor de los avances que demandaba esta sociedad.

En estos últimos 30 años, nuestra historia ha sido cambiante e, incluso, convulsa. Sin la existencia de inolvidables figuras políticas, de todos los signos, no podríamos haber alcanzado el estado de bienestar en el que vivimos actualmente, con el consiguiente desarrollo de una clase media potente, el descenso de las diferencias sociales y económicas entre clases, el acceso a la educación, la sanidad gratuita y la protección de los más desfavorecidos.

Por todo eso, como beneficiarios de estos avances, debemos estar agradecidos a todos aquellos que dedicaron la vida al bien común y al desarrollo del mismo. Pero todo esto, se esfuma, amarillea, huele a pasado y tele en blanco y negro, chaquetas de pana y cuellos vueltos cuando escucho la crónica política diaria.


Según se van desgranando en las ondas, noticias, sumarios, operaciones con nombres de ron, declaraciones de políticos que pagan las cosas de una manera u otra, votos de muertos y otras basuras que solo esconden como sacarle dinero a la basura de forma ilícita, mi estómago se retuerce, más y más, ante este terrorismo ético y tanta ausencia de moral.

Ni los políticos, abiertamente incapaces, ni los periodistas, que ladran según aprieta el collar de su amo, pasando por la judicatura, presa de los caprichos de sus benefactores, políticos de nuevo, tiene la conciencia ni las manos limpias, para poder alzar la voz, de un modo contundente, y decir de una vez por todas "Basta ya".

Hemos perdido la ética y la estética. Ya no escondemos a los ladrones. Los restituimos en sus cargos entre aplausos y vítores y lavamos las manchas del delito con andanadas de mordiscos e insultos al rival al grito de " y tú, más..."

Ellos más, sin duda. ¿Y nosotros? ¿Quién se ocupa de nosotros? A la deriva, en un absurdo paquebote sin destino, a la merced de crisis generadas por la ambición y en manos de inútiles con tufo a presunto culpable. ¿Acaso hay, entre la tripulación que maneja nuestra deriva (como cantaba Remedios Amaya), alguno capaz de demostrar que tiene las manos limpias y coger el timón, empujando al embravecido mar a díscolos, corruptos e incapaces, sin pensar en familias, sectores, facciones y paraísos fiscales prometidos? Desgraciadamente, yo lo dudo.

El tiempo, los acontecimientos y los akelarres políticos, propios de las Pinturas Negras de Goya, que presenciamos me han hecho perder la fe en la clase dirigente y opositora, sin distingo de colores ni marcas de trajes. Cada mañana, al escuchar la radio o leer un diario, se evapora más y más mi capacidad de reinventar nuevas esperanzas y confianza. Me siento abandonado por mi Dios ideológico para sumirme en el más oscuro Ateísmo político. Muertas las ideas y en manos del todo vale, comienzo cada mañana en las manos de sastres, barmans y constructores de medio pelo. Bonito panorama mientras escucho, como única ventana a la esperanza, los sones de un tema de Labordeta.. "Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad...."

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