martes, 28 de septiembre de 2010

Frívolas

Hoy una buena amiga me ha dicho por Facebook "necesito algo frívolo..." y he pensado " ... y por qué no?" Vamos a serlo.Voy a tomar prestadas unas frases de esos filósofos de la postmodernidad, tan poco puestos en valor, que son Fangoria.

La evidencia es como te la cuento
¿por qué dudas de que más es mas?
Orgullosos de cualquier exceso
en el baile de la vanidad.
Y si cuentas cuenta por millones
nadie duda de que más es más.
Bacanal de falsificaciones
en el reino de lo artificial.

No cabe duda, que en estos tiempos que corren, la frivolidad es un bien en alza. Y no voy a ser yo quien lance la primera piedra, que para eso ya tenemos políticos en Alicante. Entre crisis y tristezas varias, he de reconocer que la frivolidad me divierte. Y mucho.

Me divierte el exceso gratuito e injustificado de brillos de Todo a 100 sin venir a cuento, los pelos muy cardados como filosofía de vida y el último color de laca de uñas de Chanel como aspiración máxima en la vida. Por lo menos en la temporada otoño-invierno.


Cuando pienso en frivolidad extrema no puedo dejar de pensar en Lolita Versace y Josefina La Mujer de los Globos. No, no son ministras del PSOE ni cachorras del PP. Son dos Drag Queens de Chueca. Estrellas del espectáculo diario de un antro perdido de este barrio madrileño.

Excesivas en sus formas, ágiles con sus lenguas viperinas, tremendamente horteras en sus indumentarias y sencillamente fascinantes cuando suben a su escenario. Realizan un show de playbacks salpicados con conversaciones soeces e irreverentemente divertidas. Me encantaría que las viera Rouco Varela. Podrían intercambiar faldas y complementos.

Claro que hasta para ser Drag hace falta ser buena. Hace pocos días, en un tugurio de Santa Cruz de Tenerife, pude ver otro espectáculo de este tipo. Y os tengo que decir que si hubiera tenido un lanzallamas, esas mamarrachas hubieran ardido como teas, sobre todo por esa cantidad de poliester malo que llevaban encima. Que daño le ha hecho el Carnaval a las maricas de esta ciudad. Un frutero de Mercadona, con el tipo de un camionero de La Bilbaina, no se puede llamar Wendy y enfundarse en un mono de Ciertopelo sintético con infumables estampados de purpurina plata y, pintada como Conchita Márquez Piquer y con una rata en la cabeza, creerse Beyonce cantando One Night Only.

Del cuerpo de baile que la acompañaba, con ese mismo mono infame y altamente inflamable, no vamos a hablar. Solamente comentar que lo formaban dos. Un trozo de carne de 1,80 de estatura que evolucionaba copiando los pasos de su compañero, que tenia la misma espalda que King Kong y no habia visto una peluca peinada en su vida. Eso si, los dos con una sonrisa entre Chucky, el muñeco diabólico y la Cospedal.

Y cuando piensas que nada puede ir a peor, sale la artista invitada. Semejante pendeja. No todo aquello que se pone un sujetador y una peluca puede parecer una mujer y encima ser graciosa. Encima cantando Titanic con una especie de fular dorado tapando sus hombros de cargador de muelle anoréxico. Cuanto me hubiera gustado verla hundirse en el barco mientras movía, espasmódica, esas huesos tapizados de piel a modo de brazos. En ese momento Lolita Versace me pareció Miss Mundo y licenciada en 6 ó 7 carreras. Lo mejor de esta actuación era la amiga mala, aunque peor vestida que ella si esto era posible, que la miraba con esa cara de satisfacción que da ver como tu rival y enemiga intima se esta destrozando su reputación de por vida a ritmo de Celine Dion y tu peluca esta más mona y mejor peinada.

Y es que este mundo, a un lado y otro de la cortina del antro de la vida, está lleno de mamarrachas frívolas. Unas se disfrazan para actuar y divertir al personal y otras ejercen de ello durante todo el día. A costa de sus maridos o sus apellidos pasean sus ridículas vidas creyéndose la quintaesencia de la elegancia, la clase y el buen gusto. Estas últimas creen que la vida solo gira alrededor de la última colección de bolsos de Acosta y que toda aquella persona que les rodee, si ellas no pueden reconocer sus apellidos o intuir los dígitos de su cuenta bancaria, es inferior por naturaleza. Pisotean las buenas formas y el respeto al trabajo de los demás en el nombre de una mantelería de lino, si su tono creen que puede quedar bien para su composición de lugar, siempre y cuando, eso sí, sea gratis.


Yo creo que visto lo visto y siendo igual de frívolas, me quedo con Lolita y con Josefina. Menos chics pero infinitamente más divertidas y menos peligrosas.

PD. Lo mejor del antro de Santa Cruz, Blue Dreams era su nombre,  es la genial ocurrencia del Gobierno Canario de abrir enfrente el Centro de Mama de Tenerife. Cuanto menos irónico frente a un local de ambiente.

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