viernes, 15 de octubre de 2010

La desesperante ausencia de la elegancia

Ayer, después de la supuesta jornada laboral, la misma, haciéndose la loca, continuó hasta hacerme caer casi de rebote en una premier cinematográfica que se celebro en mi ciudad. Ya suena temerario el concepto premier cinematográfica en Alicante. Sobre todo por que no tenemos un marco digno para celebrarlas. Pero bueno, esto es otra más de las carencias estructurales con las que contamos.

Realmente la vida social de esta ciudad es cada día mas provinciana y anodina. Es difícil encontrar citas medianamente interesantes, donde disfrutar de un evento bien preparado, con una selección de invitados acorde al mismo y con un feedback en cuanto a estilo y comportamiento entre los asistentes y la celebración.

Pero de lo que yo quiero hablar es de la incapacidad innata que tiene gran parte de la población de esta ciudad para acudir de una manera pseudopresentable a un evento de esta magnitud. Los organizadores tuvieron la ocurrencia de  reseñar en la invitación se ruega media etiqueta, frase no excesivamente difícil de comprender para el que esta habituado a este tipo de eventos.

La media etiqueta es un concepto que se utiliza en determinadas ocasiones para hacer referencia a un tipo de vestuario que se encuentra en el medio entre un traje de noche y un traje de chaqueta o vestuario formal.


¿En que momento pierde la noción de la verdadera realidad de sus invitados el organizador? ¿Qué extraños aires de grandeza, casi casposa, mueven a alguien a creer que tiene el rigor y la capacidad para pretender este tipo de indumentaria en un evento donde la gente se pelea por un trozo de pan para mojar en aceite, por muy bueno que sea este último?


Realmente, lo de la masa media de esta ciudad, a la hora de asistir a un evento es un poco como de quiero y no puedo. Evidentemente, después de ver a varias Tiparracas tapizadas como si de los Oscars se tratara y luciendo cascadas de pedrería barata y mal gusto de tamaño XXL, no se puede esperar mucho más que un patchwork totalmente ridículo al mezclarse con gente que va más conjuntada cuando va ha hacer footing. Los vaqueros nunca se podrán utilizar acompañados de una camiseta o camisa de cuello mao para un acto de este tipo. 



Normalmente, la gente con un poco de gusto, y no hablo de la gente que sale en las listas de los más elegantes, si no de aquellos que se esfuerzan en saber estar en cada momento sin pretender ser la muerta en el entierro, la novia en la boda y Beyonceé en la Alfombra Roja, procuran informarse de la pauta o estilo de acto al que se les invita. Y cuando no se sabe se pregunta, pandilla de Horteras de Bolera. Las nuevas tecnologías, aparte de para chatear en busca de aventuras sexuales, cotilleos frikies y descargas ilegales, sirven para recabar información sobre las cosas que desconocemos de una manera rápida y eficaz. No es difícil consultar en diversos portales como acudir a un acto de este tipo y cuales son las normas básicas de comportamiento.


Realmente es sorprendente ese hábito tan peculiar de esta ciudad de aprovechar los vestidos largos de las bodas de las hermanas para cualquier cosa a la que te inviten por la noche mediante una tarjeta impresa. El día menos pensado aparece más de una mamarracha con su traje de novia en un acto de inauguración o una entrega de premios, por el mero hecho de sacarle partido o airearlo, eso sí tuneado con un montón de baratijas que lo pueden hacer más inadecuado si todavía cabe la posibilidad. 


Los señores no se salvan de esta tara innata en nuestra población. La americana se puede utilizar en más ocasiones que en las bodas entierros y para ir a la oficina. Hay varios tipo de ellas. Las hay de sport, las hay informales, las hay de mañana y las hay de noche. Y les aseguro que no hay que tener el COU acabado para saber cual es el momento adecuado para utilizarlas. Al igual pasa con los trajes, panda de garrulos encorbatados sin motivo aparente en el momento más inadecuado.

Desde luego que en esta ciudad, muchos siguen deslumbrados por las luces de neón de los puticlubs y la fachada del Casino. Un poquito de trabajarse la propia imagen, a ver si consiguen, por lo menos, parecer lo que evidentemente no son.





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