lunes, 29 de noviembre de 2010

¡¡Arriba esas piernas, dámelo todo!!

Algo no funciona bien en este país cuando nuestros gustos musicales los dirigen los personal trainers de los gimnasios de moda. ¿En qué momento renunciamos a las radiofórmulas y a Joaquín Luqui, tu y yo lo sabiamos, a la hora de cultivar nuestras preferencias para dejarlas en manos de unos ciclados engreídos, embutidos en unos monos de lycra imposibles, que parece que no padecen mientras sonríen como una Barbie anoréxica dando saltitos al son de las piezas más macarras del universo?

No me imagino a ningún monitor de gym que se precie dando sus sesión de step al ritmo de ¿Y como es él?¿Y en qué lugar se enamoró de ti? de José Luis Supermoña Perales o de Jazmines en el pelo, rosas en la cara, Airosa caminaba, la Flor de la Canela... de Mª Dolores Pradera, por mucho que esta contoneara sus caderas al ritmo de tan famosa pieza. Aunque no estaría mal para que la gente se culturizara un poco y renunciara al culto sudoroso y carente de oxígeno en la respiración a Lady Gaga, Beyoncé y Christina Aguilera.


También me cuesta imaginarme a esas mujeres de hoy en día, madres, eficientes trabajadoras, esposas y que sacan el tiempo de debajo de las piedras para estar en forma, renunciando a todo su bagaje cultural y musical para convertirse en una chony más, embutida en un conjunto coordinado en lila y fucsia de Decathlon, y que suda como cochinillo en parrilla.

Y esos yuppies, ejecutivos agresivos, que han aprendido a combinar los cuadros y las rayas sin parecer el Payaso de Mimosín, que tienen más botes de crema que la fémina con la que comparten el mueble del baño y que saben distinguir el azul petroleo del azul turquesa sin perder un ápice de su masculinidad, ¿por qué se convierten en perros callejeros, de ojos saltones, de tic manual-genital y que mascan chicle aunque no lo lleven, al ritmo de Sonia y Selena, Black Eyed Peas o David Guetta?

Es peligroso, y no le damos la importancia que merece esta situación, el declive musical que han propiciado esas conductas y actitudes. Parecen bacanales del mal gusto y de imagen aterradora, al observar como evolucionan un grupo de personas que tienen como único nexo de unión los movimientos gimnásticos que reproducen al unísono y al ritmo de ese cd endemoniado, al que tantas horas de mimo y dedicación le a entregado el sesudo monitor.¡Ta quedao niquelao!

Al principio esas sesiones acústicas de culto al cuerpo no traspasaban las paredes de cristal de las aulas de los gimnasios, de donde nunca debían haber salido, incluso ni llegado. Pero el problema es la nueva moda entre los trainers de repartir copias de su creación como dj's aparte de como formador de horteras de bolera con cuerpos estupendos.

Después de una ducha reparadora, no podemos resistir la tentación de poner la banda sonora de nuestra clase de spinning o pilates en el reproductor de nuestro coche, sin darnos cuenta que esa música, hecha para soldadoras de trasatlánticos y eternos ocupantes de aulas de formación profesional con el coche tuneao, se mete por nuestras venas destrozando todo síntoma de buen gusto, incluso del simple gusto por la música como medio de disfrute y no de alteración de los ritmos cardíacos.

¿Dónde está Ramoncín cuando se le necesita? Deja en paz a las peluqueras y los bares de pueblo que amenizan la tarde contrarrestando el sonido de las fichas del dominó y lucha contra la verdadera bicha, cobarde. Como estos te pueden pegar más que a un palestino en una sinagoga ortodoxa, ahí no nos metemos. Vaya con el cruzado de los derechos de autor, seguro que tiene algo oscuro que esconder en esta trama. ¿No será el guía espiritual de estas recopilaciones musicales? De repente me ha venido su imagen como Rey del Pollo Frito y lo he entendido todo. Esto es una conspiración para la abducción de las masas ideada por la SGAE.

Dentro de unos meses esos cd's llevarán grabados, de forma subliminal, los temas de Ramoncín y un número de cuenta oculto para que le ingresemos una nueva forma de impuesto revolucionario para que este mamarracho siga viviendo de unos litros de alcohol que corrían por sus venas en el año ochentaypoco. ¡Boicot ya! Por la recuperación de la cultura musical.

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