martes, 2 de noviembre de 2010

Siempre serás mi luz y mi camino

Hace unos años, de un modo casual, mientras rebuscaba en unos cajones de casa de mis padres, cayó en mis manos una cuartilla de papel vieja y plegada en 4 partes casi iguales. Era la letra peculiar y elegantemente moderna de mi madre.

Camino sola
por un desierto
sin agua
¡que frío!
Miro al mar
y ya no es bello
ya no encuentro tu sol,
tu rostro en él
¡está vacío!
..........

Las lágrimas brotaron sin querer e intente no mojar aquel trozo de corazón amarilleado por el tiempo. Lo había escrito el día que murió su madre. Recuerdo perfectamente aquella mañana de Junio. Es mi primer recuerdo, y casi único, de mi madre llorando desconsolada. Mi abuela, su madre, yacía serena en su pequeño dormitorio y su hija, mi madre, no podía de dejar de llorar. En aquel momento, mis 7 años no me permitieron comprender nada más allá del cabreo porque mi abuelita se había ido casi sin conocerla, abrazarla y sin saber apenas quien había sido.

Casi treinta años después, al descubrir este papel, me encontré ante otra persona totalmente diferente a la que yo adoraba, aunque sin saberlo. Mi madre también había sido hija, sin duda mejor hija que yo.Y también joven. Y también moderna. Y valiente. Descubrí a mi heroína de carne y hueso. Segundos antes de abrir ese cajón ni siquiera sabía que mi madre escribiera, quizás nunca me había molestado en saberlo.

Hoy alguien me dijo "deberías escribir un post sobre tu madre" y mientras volvía a casa con la cabeza llena de planos, fotos y logotipos la idea no dejaba de revolotear por mi estómago. Realmente, conozco muy pocas personas con una vida más interesante e intensa que mi madre y nunca me he detenido a hacer balance de ella y ponerla en valor, como es debido.

He vuelto a leer esa cuartilla ajada y las lágrimas de nuevo han aflorado en mis ojos. Nunca vi a nadie capaz de dar tanto amor a cambio de nada. Nunca fui capaz de agradecérselo lo suficiente mientras su mente pudo comprenderlo.

Nació en los años convulsos previos a la 2ª República. Hija de un obrero anarquista y de una bordadora que dejó su vista para que los suyos comieran. Vivió cambios, conoció al Negre Ioma, presenció quemas de conventos, se encaró, de niña en el Mercado, contra las saqueadoras de  los mismos, allí mismo se salvó del bombardeo del 25 de Mayo y en la Finca del Pino vió pasar camiones repletos de muertos que dejaban un infernal reguero de sangre, de la mano de su hermano Pepito, esperando a sus padres. Huyó en el último tren de La República a Carcaixent, donde estudió, cuando las mujeres no estudiaban, y trabajó al mismo tiempo.


Volvió a su Alicante natal, donde siempre han vuelto sus ojos grises y su sonrisa, aun sin saberlo. En la Explanada, tardes de franquismo y horchata, ramilletes de jazmines en la solapa  y su mirada. Trabajo y amistades mejores que la propia sangre. Polop y la Aitana. Después el amor.

Cruzó el océano en busca de un mundo mejor. Una mujer sola, y suficiente. Cuanto tendríamos que aprender muchos y muchas de esa generación de supervivientes natos. Allí formó nuestra familia, nos dió una vida casi perfecta a costa de mucho trabajo y sin que nos faltase su sonrisa. Con un solo objetivo. Volver.

Y volvió. Para devolver a sus padres todo lo que estuvo en su mano. Para cuidarlos y verlos morir con sus hijos a su lado.Para darnos una vida mejor.  No siempre le resulto fácil esto último. No siempre estuvo acompañada en el camino como le hubiera gustado. Pero siempre enderezó el mismo para que no nos resultara duro. Esa parte la asumió ella y su sonrisa eterna. Nada en sus ojos grises dejaba leer sus sacrificios.

Trabajadora incansable hasta la obstinación. Personal en sus métodos y eficaz en sus logros y siempre menos valorada por propios que por extraños. Castigada por una vida, de la cual siempre ha salido victoriosa. Un día nos dejó volar, generosamente, sin pedir nada a cambio. Sintiéndose orgullosa, en el silencio, de nuestros éxitos. Curando nuestras heridas, sonriendo, en nuestros fracasos.

Siempre ha estado ahí, hasta cuando no la hemos querido ver. Nunca ha dejado de estar al otro lado del teléfono esperando una llamada diaria que no siempre hemos sido capaces de recordar. Siempre, hasta hoy que le cuesta recordar quién es en todo momento, sigue estando ahí para preguntarte "¿Has comido?¿Te falta trabajo? los nenes,¿Están bien?" Siempre los demás antes que ella. Por eso pienso que se ha olvidado antes de si misma que de nosotros.

Nunca ha sido una carga ni cuando tiene derecho a serla. Independiente, única, generosa e ingeniosa, con carácter y una agilidad verbal que no me resulta nada extraña conforme voy creciendo más y más. Sin duda, para mí, es la mejor madre del mundo. Y no la cambiaría, aunque no se lo haya dicho nunca.

A ella le debo mi amor al Mercado, mis frases en valenciano, el gusto por el arte, la gelatina, poner el árbol de navidad aunque no haya nada que celebrar, la pasión por las Hogueras, Peret y la coca de mollitas, el culto a Seguí, mirar al mar y pasear entre almendros por su Aitana, el arroz de verduras y el ajedrez, la pasión por viajar y leer, mirar a la vida de frente y la sinceridad (aunque a veces duela), el agua cebada y María Dolores Pradera.

A veces me pierdo en sus ojos perdidos, buceando con la única intención de encontrarlos, y sin mediar palabra, como casi nunca nos ha hecho falta, decirle todo lo que nunca he sido capaz, no he tenido tiempo o le he negado de una forma absurda y egoísta. Gracias por ser tú. Este mundo sería peor sin ti. Mi mundo no tendría sentido si no fuera para que tú te sientas orgullosa, aunque no sepas si lo eres un martes o un jueves.

Y te robo unas palabras de esta cuartilla amarilla y minuciosamente plegada

Has ganado.
Te lo tenías muy
pero que muy merecido...
Siempre serás mi luz
y mi camino.

1 comentario:

  1. Ahora entiendo lo especial que eres.....somos iguales a nuestros padres

    gracias por ser como eres

    besos tu viudita cocinera

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