sábado, 30 de abril de 2011

El apasionante mundo del Homo Cazador

Hay veces que en este mundo de relaciones personales, donde irremediablemente nos movemos, aparecen subespecies, no se si calificarlas de humanas o de animales, dignas de estudio, por no decir otras cosas más desagradables que me inspiran.

Estos individuos, casi siempre machos y muy poquitas hembras, desarrollan su actividad vital condicionados en su función de cazador que necesita trofeo de guerra en todo momento. Digamos, sin pretender caer en la vulgaridad, que tienen el hacha siempre en pie de guerra.

Es tremendamete curioso observar, si puedes dar dos pasos hacía atrás y alejarte de la escena, el modus operandi de este depredador moderno.

En primer lugar, otea el territorio en busca de la presa. Una vez localizada, comienza a segregar babas desde sus glándulas salivales de una forma incontrolada y emprende una especie de danza ritual entre sus iguales, si en ese momento le acompaña algún otro energumeno, golpeando su pecho con el puño cerrado y barruntando, entre dientes, frases  como "me la pido" o similares.



Mientras busca la forma de desempolvar sus alas de buitre polvoriento y repasa sus recursos de táctica basada en la estupidez más casposa, comienza un ritual de movimientos nerviosos, frotandose las manos y con los ojos desencajados que comienzan a estar levemente inyectados en sangre. Su ritmo cardiaco se acelera y comienza a soltar inconveniencias al resto de seres humanos que le rodean, que posiblemente estén desarrollando su actividad cotidiana y profesional. Actividad que él ha descuidado para centrarse en el objeto de la caza. Es uno de los inconvenientes de tener ubicado el cerebro en la entrepierna.

Claro que para este tipo de subespecies existe una variedad importante de presas fáciles, muchas veces dedicados sus individuos a distintos tipos de actividades congresuales o representativas, casi siempre de un modo amateur. No toda aquella que se pone un pañuelo al cuello y se sube a un tacón se puede calificar de azafata. Háganselo revisar si es su caso.

Y comienza el acecho. Y el baile ritual. Se aproxima a la presa, sonriente, recorriendo el espacio en trayectorias circulares, algo cargado de hombros hacia adelante y las piernas, ligeramente abiertas, para oxigenar su recalentada mente.

Se acerca, jadeante pero de un modo interior, a la presa, pintada como un mapache y subida a unos zapatos de salón imposibles. Despliega sus artes de machito gracioso de barra de bar de barrio para chonis en estado off permanente. Ella sonrie,o en el peor de los casos, rie con la boca abierta mostrando su reciente ortodoncia y emitiendo sonidos propios del rito del apareamiento, mientras junta las rodillas, entre haciendose la fina y aguantando las ganas de orinar. Esta parte del apareamiento puede durar horas, incluso días.

Cierto es que hay dos tipos de reacciones ante el acoso y derribo del Homo Cazador, versión arcaica del Hombre de Neandertal. Si la presa cae en sus redes facilmente, emitiendo antes de la tercera frase esos gruñidos rituales entre carcajada y jadeo porcino, el cazador puede llegar incluso a perder el interés, momentaneamente. Posiblemente este siga regodeandose, durante el baile ritual del apareamiento fácil, en su supuesta superioridad y facilidad para el arte de la caza.

El problema es cuando la victima tiene la cabeza minimamente amueblada y le resbala, incluso le repele, el ceremonial y las formas desplegadas por el baboso en cuestión. Contra todo pronostico, y ante les desprecio o desidia de la pretendida presa, el gañán se viene arriba y despliega su artillería de gracias sin gracia y chistes profesionales, misógenos y de dudoso buen gusto, acompañandolo a poder ser con una copa en la mano y un enrojecimiento facial que lo hace cada vez menos deseable.

En ese preciso momento, a mí me resulta insostenible la situación. Tengo dos opciones. O saco la escopeta y me cargo al cazador con un descerraje de balas dialécticas, cargadas de ironía y mala leche, en el centro de su cerebro, o directamente busco el aseo más cercano para aliviar las náuseas que me provocan este tipo de situaciones y personajes.

Creo que como estudioso de estas subespecies no tengo ningún futuro y no puedo expresar lo que me alegra encontrarme enesta situación.

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