sábado, 21 de mayo de 2011

El día que dijimos no

El día se ha despertado luminoso, tras muchas mañanas feas. El enrarecido ambiente social creo que afectaba hasta a la climatología. Sumidos en una extraña campaña electoral sin propuestas y harta de reproches, donde las ideas han desaparecido para dejar paso al "y tú más...". Pero hoy el sol brilla más fuerte, como si quisiera hacer un alegato para recordar que tambien él tiene voz. No sé en que momento no se ha planteado la Junta Electoral cegar el sol para que no interfiera en nuestra reflexión y no nos distraiga en nuestra rutina de borregos alecionados.

No soy consciente en que momento se quebró la delgada línea que separaba la resignación contenida y la indignación manifiesta. Sólo sé que me encanta que haya saltado por los aires, como esas pilas de botes que se tumban con una pelota de tela en las casetas de feria. Tengo claro que la sensación de hastío entre la población ante esta situación de crisis que se alarga en demasía y la carencia de soluciones y de esperanzas para gran parte de la población, especialmente una generación de jóvenes que se sienten engañados y una de adultos en paro que se sienten abandonados, era insostenible en el tiempo.

Yo creo que la mecha que ha prendido la revuelta pacífica, no perdamos nunca este dato de vista, del 15M ha sido esta estúpida campaña electoral. En ella, unos se regodean, sin ningún rubor ni necesidad de ofrecer nada, de la obtención de la piel de un oso que no han cazado, pero que dificilmente se les escapará y otros apelan al fantasma de la derecha para ocultar su ineptitud y su incapacidad para la gestión del momento y la generación de programas y propuestas coherentes e ilusionantes.



La clase política, más alejada que nunca de la realidad social y del ciudadano, solamente se preocupa de no perder la renta vitalicia y el asiento bussines en los vuelos europeos. Han hecho oidos sordos al grito silencioso de una sociedad que se ahoga sumergida en una situación propiciada por la especulación feroz, los romances quinceañeros con la Banca y la incapacidad para aceptar el colapso de un modelo social y económico generado por los sucesivos gobiernos de diferente color.

Este pasado ficticio de lujo y desenfreno, acompañado por los tonteos corruptos de los políticos con un empresariado sin escrúpulos y una oscura percepción de "este ranchito nos pertenece a perpetuidad" ha generado en la población, sometida a una alta tasa de paro, recortes salariales y sociales y a la inexistencia de medidas que garanticen la posibilidad de acceso a financiación ni a la vivienda, un grado de indignación que ha estallado en las plazas de nuestras ciudades en medio de este periodo electoral.

Ha crecido como un tsunami pacífico y progresivo, alentado por las absurdas decisiones de la Junta electoral y de determinados ámbitos de la Justicia, más ciega que nunca, que intentan acallar el derecho de expresarse de un colectivo sin ningún color político, que no pretende modificar el sentido del voto ni hacerle el caldo gordo a ninguna formación política para mejorar sus réditos electorales.

Esta voz, uniforme en el discurso y plural en las ideas y las propuestas, no deja de ser un grito de Basta ya. Una demostración de libertad de expresión que reclama responsabilidades a los culpables de esta situación desesperada, que ha sido aletargada durante meses, incluso años, con la esperanza por parte de los políticos, con sueldo, dietas y coche oficial, de no sufrir la explosión de la misma en sus morros. Evidentemente entiendo esta preocupación porque es una de las partes de su fisonomía más desarrollada, casi hasta el esperpento propio de Goya.

Anoche regresé a casa, despues de realizar unas fotos en la concentración de mi ciudad, algo más vivo, algo más esperanzado y con la conciencia más limpia. Porque anoche yo también dije no. Dije no a que nos tomen más el pelo. Dije no a que se vuelvan a otro lado, rodeados de sus huestes entregadas y, creo que, lobotomizadas, y no escuchen a la calle. Dije no a callarme con rabía y renunciar a la voz. Dije no a que dejemos que se hunda el barco en un rio revuelto, que sólo da ganancias a oscuros pescadores.

Solamento espero que el Espíritu de Sol siga vivo el 23 por la mañana y no se quede en una pataleta que se pierda en las redes sociales y en las páginas amarilleadas de los periódicos.

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