lunes, 5 de septiembre de 2011

El mero hecho de hacer lo justo

Nuestro idioma tiene esas paradojas semánticas que pueden cambiar el sentido de las cosas y los tiempos. Por ejemplo, no es lo mismo echar de menos que echar de menos. No es igual echar de menos a alguien, que es un sentimiento, casi poético, con cierta aura adornada de sensibilidad y pétalos dulces de rosas agonizantes, que echar de menos a algo, que denota una actitud cicatera, de recorte innecesario, de tacaño que priva de la especia a la receta sin otro objetivo que mermarla.

No es igual tampoco vaya pasada que vaya pasada. Se le puede aplicar distintos significados, desde el ámbito deportivo hasta el de reproche por una jugada de mal gusto que te puede llegar a realizar alguien. En muchos casos depende mucho del contexto, la entonación y la mala leche que transmita la mira del que esputa la frase.

Pero el que más me preocupa, o mejor, el que más me altera de estos casos es el de hacer lo justo. Una frase que esconde la esencia del hecho cierto, contundente, loable y que devuelve las cosas al correcto orden universal. La encarnación en acción de la justicia. La translación a hecho tangible del anhelo intangible. La Justicia.



Claro está que también cabe la interpretación de quien hace lo mínimo, lo imprescindible para no ser señalado o estigmatizado. De aquel que carece de sentido de responsabilidad. Aquel que solo se rige por reglas de economía vital y supervivencia sin tener en cuenta el estropicio que genera en su entorno, ni el desgaste físico y anímico de quien lo comparte, o mejor aún, lo sufre.

No es este personaje ni un vago redomado, lo cual le conferiría un status hasta gracioso y comprometido con la voluntad manifiesta de no hacer nada, asumiendo las postreras consecuencias. Por lo menos el que carece de voluntad para hacer nada, carece de la mala leche necesaria para ocultar su decisión detras de una actividad lo suficientemente visible, a la par que escasa, pare evitar el reproche y la afrenta. No hay nada más ruín y cicatero que aquel que cubre su fachada a sabiendas del perjuicio que genera en su alrededor, y se aleja silbando como si del Tonto Simón se tratase.

¿Qué diferencia el hecho de hacer lo justo de hacer lo justo?

Si se tratase de una persona manifiestamente normal, con su escala ética construida, con sus valores integros y se entendimiento al 100% y en plenas facultades, hecho improbable por inverosimil, posiblemente la diferencia sería tangible. Incluso afectaría a su conducta persona y al equilibrio de su conciencia.

Quien desempeña sus funciones o transita por la vida actuando según criterios de Justicia, y haciendo las cosas para que sean justas, disfruta de un estado de bienestar interior generado por la satisfacción del deber cumplido. Duerme por las noches sin ninguna perturbación motivada por conflictos de conciencia.

Cierto es que quien carece de esta última, desarrolla la capacidad de descansar a pierna suelta, pero corre el peligro de que sea su entorno, perjudicado por su actitud, el que se convierta en una pesadilla para su existencia.

Podriamos ahondar más en este tema, pero creo que esto es precisamente lo justo que quería expresar. Cada cual que lo interprete. Yo duermo tranquilo. No sé si por Justicia o ausencia de conciencia.








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