jueves, 7 de marzo de 2013

Los amantes pasajeros

Los medios nos bombardean estos días con el estreno de la última película de Almodovar. Loa amantes pasajeros. Su retorno a la comedia más descarnada y alocada.

Un buen titulo, sin duda, para resumir el curriculum sentimental de más de uno, entre que los que me incluyo. Hoy, como Paco Umbral, he venido a hablar de mi libro.

Cierto es que detrás de esta apariencia de eterno soltero, al margen del bien y del mal, hay un corazón, endurecido en mil derrotas e increíblemente capacitado para la reinvención y la memoria a partes iguales. A lo largo de los años, que ya comienzan a ser muchos, cierto es que han entrado y salido diversos personajes en mi vida sentimental, algunos con más reincidencia que la aconsejada por la OMS .

Hay dos constantes en este campo que he llevado a pies juntillas. Quedarme colgado de quien no toca y apostar por la opción más complicada. Cierta querencia a la distancia también se me puede achacar, como los toros bravos a las tablas. Esta se debe a la incapacidad de encontrar nada que cuadre en el perímetro provincial. No digo yo que no exista, si no que yo no lo encuentro. Porque para hablar de lo encontrado, ya tendremos tiempo en otro párrafo.

Estos condicionantes me han convertido en un claro poseedor de una nómina de amantes pasajeros. Pasajeros por efímeros, pasajeros por su procedencia, pasajeros por su constancia, o por la mía. Simplemente pasajeros

Y esto me hace plantearme muchas cosas, así a calzón quitado, frente a este espejo mediático. Se debe a mi propia inseguridad, a una inconformidad manifiesta con lo que la Vida y los Dioses griegos y egipcios me traen a la orilla del día a día o a una obstinada jugarreta del Destino para no estar nunca en el sitio justo.

Quizás sea yo el responsable de la inconsistencia de mis relaciones de pareja o de la fortaleza para no conformarme con lo primero que pase, por el mero hecho de no estar solo. Lo que sé seguro es que por una o por otra me he acostumbrado a la inconmensurable compañía de mi propia soledad, haciendome descubrir los verdaderos encantos de los amantes pasajeros, los cuales paso a enumerar a continuación:

1; el sexo siempre es deseado y no pactado, la rutina no se aloja entre las sabanas

2; los yogures son de la marca que me gusta y ocupan el espacio en el frigorífico que yo decido

3; la única limitación de espacio en mi armario es la que marca las dimensiones del mismo

4; nunca me equivoco de pasta de dientes ni de cepillo, cuando me levanto dormido

5; los únicos pies fríos que tengo que soportar son los míos, al igual que mis propios ronquidos, los cuales no suelo escuchar (gracias a Dios)

6; cocino como y cuando quiero, sin pactar menús ni puntos de sal ni pimienta. A los amantes pasajeros siempre les encanta la primera cena, y normalmente el desayuno, si es que llegan

7; el mando de la televisión es una propiedad única e intransferible, y solamente de mi generosidad dependerá el pacto de los contenidos

8; el contenido del frigorífico deberá cumplir el único objetivo de satisfacer mis gustos y mi sustento.

9; los electrodomésticos, como la lavadora y secadora, están a mi total servicio, y no de prendas intimas del contrario que me niego a recoger de los lugares más insospechados de mi casa

10; la cama es mía en todas sus dimensiones y complementos (almohadas, edredones, etc....)

Pero también es cierto que debe compensar todo esto saber que siempre hay donde refugiarse, en una noche de tormenta, ya sea en la inmensidad del desierto de esas sabanas, en el gélido polo del frigorífico vacío o en la penumbra extensa del sofá, cuando necesitas la seguridad de saber que el próximo desayuno, y mil más, serán compartidos.

Y es que el zumo de naranja sabe mejor cuando es el de casa, y no el de cualquier terminal de las que frecuentamos, cada vez más, nosotros y nuestros amantes pasajeros.


2 comentarios:

  1. Querido amigo: si quieres un amor pasajero, escucha tu cabeza, si quieres un amor verdadero escucha tu corazón.

    "El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero".
    (Marco Pollo)

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