lunes, 13 de febrero de 2017

Señoras bien de toda la vida

Sigue lloviendo en Madrid y se me está poniendo acento gallego. Hoy es mi teórico día libre pero me he levantado pronto. Adelantos de trabajo semanal, nuevos proyectos en el horno, reuniones varias, paneles para terminar de dibujar... Pib, pib pib,.... Fuera de la cama!!! Que te pilla el toro.

Me visto de moderno con rollo, uniforme perfecto para vender mejor un proyecto. Salgo a la calle y la lluvia se refleja en mis zapatillas plateadas, que me tienen loco. Me gusta el ajetreo diario y matutino de mi barrio. Las persianas de los comercios de toda la vida, y de los nuevos, gente paseando a su perro o buscando el camino del Retiro vestidos y motivados de running, bicicletas eléctricas y barrenderos fluorescentes. Tiene rollo, no lo voy a negar.

De repente me cruzo con dos vestigios cubiertos de abrigo de visón que pasean mirándolo todo como si fueran los primeros humanos en ver las ruinas de Pompeya. Son dos señoras bien de toda la vida. Esa raza autóctona de esta ciudad, que rara vez sale de sus dominios, al otro lado del Retiro, en los reinos del Marqués de Salamanca y adyacentes.

Tienen esa mirada característica que navega a mitad de camino entre el desprecio, la caridad, la misericordia y la incredulidad de descubrir al diferente. Similar a la de los niños cuando van por primera vez al zoo y ven defecar a un hipopótamo.

Seguramente hayan venido a encargar su puesto en la cola de Jesús de Medinacelli, que ya faltan 20 días y seguramente por un donativo piadoso, algún mortal pasara frío y penurias para que el primer miercoles de marzo puedan hacer gala de su devoción infinita y su capacidad de sufrimiento al mezclarse con el populacho en público y por un día. Eso sí. Siempre previo pago. Y dejando claro quién se lo puede permitir.



Son una raza especial. Rara vez se mezclan con alguien que no pertenezca a su nómina de apellidos compuestos, largos, retóricos y con ambición de abolengo. Alternan eso sí con todo tipo de gente, pero tratar solo tratan con los suyos. Pueden hablar con una sonrisa infinita y una educación más grande aún si cabe a la frutera, o a su peluquera, o con el portero de su finca, pero siempre desde un peldaño más arriba, y dejando notar siempre esa distancia con la sutileza y crudeza agridulce que da ser de familia bien.

No es importante si eres honrado, coherente, sincero y honesto. Importa la carrera, la universidad privada, el apellido, y el número de metros cuadrados de los pisos buenos de toda la vida se que se posean. Y la calle. No es lo mismo Serrano que Argumosa, ni María de Molina que Ave María. válgame Dios!!

Es importante las formas, pero nunca el fondo. Se puede ser infiel, pero con discreción, y entre iguales, no me vayas a humillar y dejarme en evidencia en el agravio comparativo. La bandeja de plata, y el canapé del Día. La criada con cofia, pero sin dar de alta.

Por supuesto nadie se llama Paco. Fran, Curro, Pocho, Toncho..... Y lo que sea pero con apellido, piso bueno de los de verdad, de toda la vida, carreras varias en universidades privadas, tres master en las escuelas de negocio de toda la vida de aquí, de Madrid, donde están colocados la mayoría de los hijos tontos de estas familias, que el mercado laboral de verdad sería capaz de absorber, por su incapacidad manifiesta, espíritu de superación inexistente y ausencia de pro actividad o empatía.

Ah, y el dinero. Del este nunca se habla, no es elegante. Pero todos ellos son capaces de matar, traicionar, engañar, explotar y maltratar a iguales y semejantes por él. Solo  importa cuánto eres capaz de atesorar y si es a costa del trabajo de los demás, la usura o eludiendo obligaciones fiscales o sociales, mejor.

Ellos son así, diferentes al resto de los mortales, y les encanta dejarlo claro a la primera oportunidad que tienen. Clubes privados, aparcacoches, marcas exclusivas que no se noten pero den calidad a su uniformidad, joyas de Suárez......y tarta de limón de Embassy. Y la nevera vacía.

Es aquí en la Corte, donde aún se ven las castas y los oficios, los barrios ricos y pobres, las desigualdades de familias bien de toda la vida. Estas que te miran como si de un extraterrestre te trataras al mínimo gesto de educación, buen gusto o formación demuestres. Sin piso bueno ni apellido compuesto. Fíjate.

Lo dicho que estos días de lluvia.... Me encanta mi barrio, y la lluvia reflejada en mis zapatillas plateadas... De Zara/ 15 euros en rebajas.


 

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