miércoles, 2 de marzo de 2016

El amor está en el aire

( Publicado en Te conozco Bacalao, el día 2 de marzo de 2016 )

Tras la calima del desierto, Madrid recupera ese sol de invierno por el que siempre apetece pasear con las manos metidas en el abrigo. Bueno, todo lo que se puede pasear durante los "mandaos" de la rutina laboral. Y es que el día hoy se despierta en esta ciudad que nunca duerme distinto. 

Después de unos meses complicados, me rodean las buenas noticias y me gusta vivir en este estado idílico, lejano a la cruda realidad. Por lo menos por un ratito. El aire parece diferente, destila ese encanto de la música disco de los 70. Love is in the air

Mira que yo he estado llamado por muchos caminos en esta vida, pero por el del amor, vamos he de reconocer, rozando los 50, que va a ser que no. Te puedo arreglar una mesa para una cena, diseñar la imagen de tu negocio, organizar el evento de tu vida, etc.., pero lo del amor, como que no. No se me da, y mira que lo he intentado, pero no se me da. 

Y declaro ser el mayor de los daños colaterales de todas mis incursiones en los campos de batalla del corazón. Soy un incapaz para gestionar sentimientos y relaciones. Siempre he errado el tiro y el punto de mira. No he estado nunca donde había que estar y me he empeñado en quedarme donde no debía.



Pero hoy no sé si me equivoco, pero hoy noto que el amor me envuelve al cruzar firme, con las manos en los bolsillos de mi abrigo, la soleada mañana de Madrid.

Hay muchas clases de amor, filial, fraternal, marital de quinceañeros empavados, amistad verdadera.... Muchos, todos aquellos que hacen mejor este mundo, y mejores a las personas. Y hoy he notado la magia que se siente cuando atraviesas el aire preñado de amor.

Un buen amigo me ha llamado para decirme que se casaba, en segunda vuelta, con la mujer de su vida. Mi móvil destila amor mientras desgrana los detalles de la historia, mientras yo me detengo en seco en el espacio urbano, febril, que separa equidistante el Circo Price y Mercadona. Yo he parado mi mundo, en un mundo que no para, para descubrir la envidia sana en el relato. 

Pero como todas las grandes historias, esta tenía un giro final impredecible y grandioso. "Medel te tengo que pedir un favor. Quiero que me cases tú. Que célebres tú la ceremonia de nuestro matrimonio"

Nunca nadie me pidió nada más bello, ni inconsciente, en la vida. Yo, el derrotado en las guerras del amor, elegido para celebrar el de otros. Me parece la paradoja más maravillosa de las que me he encontrado en mi vida. Y por una vez me siento profundamente feliz de ser el protagonista de la fiesta de los sentimientos, aunque sea de actor secundario. 

Por supuesto he dicho sí. Un sí irreflexivo e inmediato. Un sí que sabe a salto al vacío, sin red pero sin miedo. Por qué no da miedo volar en esta historia, mientras aprieto los puños en los bolsillos de mi abrigo, porque sé, que en esta ocasión, el amor está en el aire.

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