sábado, 19 de febrero de 2011

Ah, esa es muy amiga mía!!

La vida , a veces y de sorpresa, te depara días extraordinarios. Días en los que todo vale la pena y nada importa.

Los viernes casi siempre son, por norma general, la antesala de nuestro tiempo. Cuando me refiero a nuestro tiempo estoy pensando en esos momentos de la semana donde se acaba el estrés laboral, los horarios pautados por la agenda, sea escrita o electrónica, lo ineludible y lo forzosamente obligatorio. Comienza el tiempo que dedicamos a los nuestros, a compartirlo con la gente que te apetece, a nuestras obligaciones familiares, que casi siempre son más devociones que cargas, a dar rienda suelta a nuestro yo privado.

Hay semanas que el viernes llega como el retiro del guerrero, hastiado de tantas batallas y con ganas de derrumbarse en casa propia, y semanas que se presenta como una aventura fascinante en otros mundos, incluso otras tierras. Este cambio de chip es recomendable por higiene mental, como ejercicio de crecimiento personal, al compartir otros puntos de vista y otras visiones de la vida tan ajenos a nuestro corsé diario de nuestro yo público y laboral. Es una gimnasia de renovación interior, tolerancia y apertura de miras.

Claro, que todo depende siempre del gimnasio y de la tabla. A veces la realidad supera a la ficción y nuestra cintura no está preparada para los ejercicios que nos propone la vida. O simplemente consideramos que nuestro cuerpo y nuestra alma no van a poder superar determinas tesituras. Pero la Naturaleza es sabía y nunca dejará de sorprendernos. Y nuestros guionistas gozan y se divierten poniendo a prueba nuestro límites, sin ningún lugar a dudas.

Anoche nos reunimos, en mi casa, un grupo de amigos de lo más heterogéneo. No nos conocíamos todos entre nosotros pero existía vínculos entre los distintos miembros de la reunión. Unos eran amigos de otros de la infancia, que a la par se conocían con unos por el trabajo, y con otros del colegio de los niños y estos últimos  con los primeros compartían amigos comunes. Un entramado muy característico de esta ciudad de provincias, que se cree capital del mundo, y no deja de ser un pueblo de novela costumbrista. Una cena de picoteo alrededor de una mesa y buen vino. Todo presagiaba una amena conversación y muchas risas.

Fuimos desgranando anécdotas y colocándonos cada uno en nuestro sitio. Otra copa de vino, otras risas. Todo bastante convencional, agradable, divertido, pero convencional. La conversación discurría por unos breves curriculums afectivos y de vivencias de los asistentes, con anotaciones irónicas, pero con poca carga de mala leche, del resto. Hasta que llegó la pregunta

¿Tenemos fotos de la boda de tu exmarido? Pregunto, con cierta carga, a una muy buena amiga que me reprocha con la agilidad de un mosquetero mi mal uso del Facebook al demostrar mi incapacidad para haberlas conseguido. Hay una puesta en común para que todo el mundo entienda la historia.

A mi amiga se le pego a los 15 años un personaje del que tuvo la mala idea de enamorarse. Este elemento en cuestión le hizo cuatro niños, aprovechó  de una manera muy provechosa la situación social de su amada y le regaló una bonita corona de astas de ciervo, antes de largarse con otra en la cuarentena del último embarazo. Mientras mi amiga gestaba a su retoño, él se dedicaba a cubrir "urgencias" en el más amplio sentido de la palabra. Vamos, lo que se viene llamando un cabrón.



Una vez puestos en materia entramos a comentar las características y cualidades de La Otra. Ese personaje fundamental en una historia a tres, que en este caso era a siete, por los retoños. Viajes inoportunos, una boda un tanto oculta, relación entre su profesión y el oficio más antiguo del mundo y al final , su nombre.

De repente, a dos de los asistentes se les congela la expresión. Una de ellos se atreve a decir "ah, es muy amiga mía" Silencio, tensión y estallido de carcajadas.

En segundos la historia de la mujer engañada, con 4 hijos como herencia de un cabrón desaprensivo que se largó con otra, pasó a ser la de una estupenda profesional sanitaria que se enamoró de un apuesto doctor con su vida destrozada por un matrimonio acabado. La percepción y el relato a dos voces, interpretado por los amigos de la ínclita, era totalmente distinto al de hacía apenas 15 minutos, ante la cara de sorpresa y alguna que otra sonrisa maliciosa que empezaba a despertarse en algunos espectadores ante lo que se avecinaba.

Y lo que se preveía. llegó. "Pues es muy buena chica" aseveró en una defensa, más propia de paladín medieval, una de las amigas. Y en ese momento , por un segundo se congeló el espacio y el tiempo. Como en una película de ciencia ficción las burbujas del champagne que vertía en una copa se quedaron flotando en el espacio, inertes e inmóviles, al igual que todo lo que contenía la habitación que parecía estar a punto de estallar en mil pedazos.

La gran esfera de cristal en que se había convertido la habitación saltó en añicos al golpear contra la escena el torrente de voz rotunda y sin fisuras de la exmujer. "Sí, sí, será muy buena chica, pero muy puta". La tensión se convirtió en carcajada y chascarrillo recurrente. Y es que desde ese momento todas ya eran muy amigas mías, a la par que muy putas, como podéis llegar a comprender.

La vida te descubre, en estas situaciones, que la verdad absoluta no existe. La realidad es totalmente poliédrica, con tantas caras como puntos de vista o actores participen de una historia. Nada es absolutamente blanco ni absolutamente negro. Ninguno somos ni ángeles ni demonios en un 100 %. Todo en este vagar por el mundo se define en escala de grises, unos más intensos u oscuros que otros. Todos tenemos una componente malvada en nuestra bondad y viceversa.

La velada nos llevó a todos a esta misma conclusión, entre copas de vino y champagne. También descubrimos que el apetito sexual no es un patrimonio de la masculinidad, destruyendo uno de los tópicos más asentados en esta nuestra sociedad de capital de provincias. Y para compensar los trozos rotos de la tradición constatamos que los mitos son los mitos  y Morgan Fairchild vive retirada en Alicante y salió con Paquito. A ella le debemos la regulación del largo de los trajes de las damas de mantilla en nuestra Semana Santa y la prohibición de los escotes que precisen Biodramina para sobrellevarlos con dignidad y decoro.

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