sábado, 26 de marzo de 2011

El reto de Willy Fog

Vuelve la rutina de los sábados después de una época convulsa. El mismo sol, el mismo mercado, los mismos puestos. Aun así todo se torna algo diferente. La rutina debe rellenar los huecos que ha dejado esta historia en los últimos días. Otra forma de comprar, otra forma de cocinar, otra forma de sentir.

Las vigas siguen siendo el pentagrama para los pensamientos que flotan sobre mi cada mañana al despertar. En ellas se han quedado prendidas muchas de las imágenes, anhelos, despedidas inacabadas y escenas de dureza extrema que gotean lentamente sobre mi memoria buscando acomodo en ella.

Cuando la Vida, y como no mis guionistas, se proponen ponerte al límite todo les parece poco. En estos momentos de cálido sol primaveral, siento como mi cuerpo y mi alma se balancean sobre la maroma del destino sin saber muy bien cuales son las salidas que les depara el futuro. Por momentos siento la necesidad de salir corriendo, por encima de la tierra y el mar, y no parar hasta quedar exhausto en un territorio desconocido, donde no pueda entender lo que me dicen y ningún rostro me resulte familiar.

Reconozco que a ratos me cuesta respirar en esta ciudad. Tengo la sensación de haber llegado a donde tocaba aquí y que ya solamente resta partir en busca de nuevas aventuras, como Willy Fog. Creo que al desaparecer el concepto de casa común siento como si mis raíces se desenterraran para buscan un nuevo lecho donde asentarse, donde coger fuerza para crecer y hacerme crecer.


Después de estos días, en los que mis pies andan sobre un extraño colchón de desorientación emocional, hago un escueto balance de todo lo que ha acontecido en las últimas semanas. Pare mi mundo para estar al lado de quien se iría sin avisar y sin molestar. Siempre nos entendimos sin la necesidad de mediar demasiados discursos impostados. A veces me da rabia la precisión de mi intuición. Me gustaría ser capaz de ser un tanto más científico a la hora de justificar el porqué de sus aciertos y que me resultara más fácil asumirlos sin que se conviertan, a veces, en golpes de agua helada sobre mi rostro.

Descubrí lo frágil que es la vida y el poco valor que en ocasiones le damos a ser generosos con determinados gestos. La Vida no siempre lo es dando oportunidades de repartirlos. Lo importante que es haber intentado darlo todo para no ser victima del remordimiento y del autocastigo.

Descubrí, también, que hay mucha gente que me quiere y que ha estado y está a mi lado de una manera  u otra. No ha sido necesario la presencia física para ser consciente de su cercanía. Mi gente me ha hecho muy fuerte estos días. No negaré que han habido sorpresas de todo tipo en este extraño mundo de los duelos. Pero es cierto que las miradas y los abrazos sinceros han ganado por goleada a los prescindibles e innecesarios. Tengo la sensación de haber descubierto la certeza de la gran huella que ella ha dejado en nuestra vida y nuestro mundo y que sin duda ha contribuido a hacerle las cosas más fáciles y bonitas a todos aquellos que se cruzaron en su camino o lo compartieron en algún momento de su historia.

He descubierto también que lo realmente importante en esta vida es intentar ser feliz y hacer felices a los que te rodean. Intentar crecer como persona sin la necesidad de arrasar tu entorno físico ni personal debe ser una premisa indispensable en nuestro libro de ruta. Hacer todo aquello que realmente te realiza y aquello que te aporta emoción y felicidad sin caer en la tentación de dejar de hacerlo por el que dirán o por su calificación como políticamente incorrecto.

Sigo balanceándome sobre la maroma de la Vida sin saber muy bien cual es el rumbo que debo tomar pero con la certeza de la llegada del momento de las decisiones importantes. En ellas, creo que solo debe pesar la coherencia con la búsqueda de mi propia felicidad. Ha llegado el momento de decidir por uno mismo sin ningún tipo de condicionante ni atadura. Solo queda la libertad de decidir como y donde quiero ser yo mismo.  La brisa acaricia mi cara al unísono que el sol dulce y tibio de la primavera recién estrenada, mientras mi cuerpo inerte se balancea entre el miedo y la indecisión con una sonrisa sutilmente dibujada en mi rostro. Ya solo resto yo y no debería convertirme en mi peor enemigo ni en el lastre más pesado para mi mismo.

Es el reto de Willy Fog

No hay comentarios:

Publicar un comentario