jueves, 21 de abril de 2011

La honorable y denostada profesión del Canapero

Al igual que han comenzado a subir las temperaturas, el pulso de nuestra vida social ha comenzado a incrementar su ritmo. Cuanta necesidad de ver y dejarse ver tiene esta ciudad.

Entre otros actos, ha abierto sus puertas, en los últimos días,  un establecimiento superglamouroso de cocinas en la calle Pascual Blasco. Se acabará devolviendo, poco a poco, el empaque que nunca debió perder la Plaza de Correos para los alicantinos.

Hannibal Laguna ha desembarcado, de nuevo en la Cibeles Fashion Week, su glamour sofisticado y algo decadente inspirado en los 40, bajo el nombre de Gran Vía Swing, y con la presencia de famosas rubias del panorama nacional... y también del local.

En esta semana en que la actividad social de nuestra ciudad ha comenzado a despertar, no voy a dedicar la columna a nadie con nombres y apellidos “cotizados” si no a unos personajes de nuestra vida social sin los cuales los eventos no serían lo mismo.

En el infinito catálogo de actos sociales públicos, institucionales, culturales, o privados que se realizan en esta ciudad existe un, cada vez más, extenso grupo de personajes dedicados al estudio concienzudo de la trayectoria, composición y digestión del canapé. Los canaperos.



No es un oficio nuevo, nacido de las nuevas tecnologías. Ya recuerdo yo que por los años 80, cuando comenzaba a asistir a este tipo de eventos, existía una plantilla fija de canaperas en el Aula de Cultura de la CAM. Ataviadas con los últimos modelos de Saldos Arias y pintadas como un Seat Panda, controlaban perfectamente la trayectoria de cada una de las bandejas que aparecían por la sala de exposiciones, capturando toda pieza, viva o muerta, a su alcance.

Con el paso de los años, el aumento de salas de exposiciones y diversificación de actos, se han tenido que reciclar y profesionalizar. Un buen canapero compagina su profesión remunerada, por ejemplo, técnico de gestión de espacios comunes en inmuebles urbanos (véase portero), con su agenda, a veces más compleja que la de muchas primeras espadas de la beautiful people alicantina.

Es cierto que en esta sociedad alicantina, dividida entre las partidarias de los modelos de Roberto Cavalli y las de las chaquetas under-size de imposibles brocados, el canapero es un personaje fundamental para valorar el éxito de un evento social. Su número es directamente proporcional a la calidad del acto, tanto en la nómina de convocados como en la categoría de del ágape posterior. Un buen canapero es capaz de resistir una conferencia de hora y media sobre un plan estratégico provincial con el fin único de dar cuenta de las excelencias gastronómicas del catering del Papa Bueno.

Desde esta columna, quiero romper una lanza por estos abnegados profesionales y hacer una llamada a los responsables de la titulación de Relaciones Públicas y Protocolo de la UMH para que tengan en ellos un referente único para el estudio, la optimización y mejora del campo del catering de pequeño, medio y gran formato de nuestros eventos.

Y a los responsables de protocolo, tanto públicos como privados, les pido respeto hacia el ejercicio profesional concienzudo, entregado y casi siempre mal remunerado, del canapero. Cuanto pincho de tortilla precocinada de gran superficie y pan congelado con choppe han tenido que engullir hasta descubrir a Q-linaria.



DE MODA


Redescubrir los encantos culinarios de los 80 y 90 en la carta de La Barrita de Gabi. Especialmente para los nacidos en los 60.Vivan los grillos y las patatas flamingo.


DE MODÉ


Los trajes de chaqueta con camisa de manga corta. No es necesario parecer el encargado de un supermercado de tira cómica.

Las chaquetas under-size, o lo que se viene conociendo en el Campoamor como arrepretaita de más, Hace siglos que se inventó el corsé y las fajas para contener las exhuberancias de la carne.




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