sábado, 19 de agosto de 2017

Me niego a odiar

Me niego a odiar, por principio y por fin. Me niego a sucumbir al desaliento que arrasa una sociedad cada día más crispada y rencorosa. Me niego a ser pasto de intolerancia y de la barbarie de las ideas impuestas. Me niego a no ser legionario de la convivencia y del respeto.

Mis nos son para la desigualdad, para la injusticia, para el dolor gratuito y desalmado. Pero nunca serán para mis iguales, por qué me niego a dejar de creer en un mundo de gentes desprovistas de obligaciones ideológicas y armamento de alto fanatismo creyente.

Creo y quiero seguir creyendo en un mundo de personas. Desgraciadamente, las hay buenas y malas. Pero por ellas mismas, por su código ético individual. No por ser de una raza, una creencia, 
una ideología o una orientación sexual

Nadie es malo por adscripción sino por elección. No podemos enfocar nuestro dolor o nuestro miedo, convertido en odio, contra nadie por su color de piel o por su forma de rezar o de no hacerlo. No podemos juzgar ni condenar a nadie por su forma de amar o de pensar. Posiblemente ellos tengan la misma necesidad de respirar la libertad de decidir y de ser, aunque sea en caminos u opciones totalmente diferentes a la nuestra.

Nunca he sido partidario de los sacos sin fondo. No creo en la bondad o maldad por código postal, o catecismo. Quiero seguir creyendo en personas. Ni hombres. Ni mujeres. Personas. Mis iguales, en la diferencia, por supuesto.



Me niego a odiar por que creo que el camino de la libertad personal y común está en la tolerancia sin imposiciones. En el respeto y la defensa de la diferencia como garantía de nuestra propia libertad de ser, pensar o querer.

Me niego a odiar por generalización. Me niego a odiar por tus rezos o por los míos. Ni por tus votos ni por los míos. Ni por su defensa ni por su ausencia. Me niego a odiar.

Algunas cosas nos igualan a todos en este mundo de locos. El amor, el miedo, la vida, la muerte. Me niego a escoger siempre la peor opción.

Me niego a no dejar ser para solo ser yo. Es un mundo muy extenso y complejo para la uniformidad. Me niego a no ser tolerante y curioso, a no querer seguir conociendo para respetar al diferente, que en esencia es mi igual.

Me niego a la marea de la sinrazón ni la venganza. Me niego a que ganen los malos, por que su derrota me hace mejor persona.