jueves, 30 de septiembre de 2010

la primera impresión

Siempre me he dejado guiar por mi primera impresión. Soy, o por lo menos así  lo creo, una persona muy intuitiva. Tanto en mi trabajo, como en las elecciones más absurdas de mi vida, mi primera impresión o idea siempre resulta la buena. El primer plato de una carta en el que me paro, el primer boceto de los que hago,los primeros ojos en los que me fijo.

Las primeras impresiones tienen muy mala prensa, pero para mi alcanzan categoría de ciencia empírica. Aznar me cayó mal desde la primera vez que lo vi y a Jim Morrison lo odio desde pequeño. Vomitaba los potitos de pescado desde el primer día y odio a la gente que te llama cariño, cari o cielo sin conocerte ( extensible a las cajeras de Mercadona, ¿por qué coño se llaman Mari entre ellas si llevan una placa en el pecho con su nombre?). Por cierto, que maten al estilista de la familia Pajín.

Cuando viajo me suele suceder lo mismo. Al bajar de un avión o un tren recibo una serie de impresiones que condicionan mi actitud sobre el destino. No es lo mismo aterrizar en la T4 que en el aeropuerto de Valladolid. No es lo mismo. Ni bajar del tren en Oviedo o en Albacete.

Cuando de niño me llevaron a los Scouts, porque mi hermano ya iba, recuerdo la primera impresión al entrar al local del grupo, ubicado en un aula del colegio donde pasé mi infancia y mi adolescencia. Me fascinó y seguro que llegué a pensar "Esto me gusta". Contra todo pronostico, ya que yo era un niño enclenque, enfermizo y enmadrado. Un niño bastante retraído y con muchos miedos y fobias. Mal comedor y un poco blandito. Vamos, una joya. Pero la elección fue la correcta. Casi todo lo que soy en la vida y gran parte de mi Núcleo Duro, ( grupo de personas que me resultan imprescindibles para vivir y que me conocen tal como soy), se los debo a estos años de peripecias, aprendizaje, fuegos de campamento y marchas por el monte. Aprendí a compartir, a solucionar situaciones de crisis, a valorar a un amigo y moverme por el mundo real como pez en el agua desde muy pequeño. Realmente nuestra madre fue una visionaria en aquel momento.Bien hecho y gracias.




Todas las personas que son importantes en mi vida, realmente, marcaron una fuerte primera impresión en mí. Incluso algunas una mala impresión, pero captaron mi atención. Hoy me encontré, en Facebook, un bonito ejercicio para preguntar a la gente sobre el primer recuerdo que tienen de ti. Me pareció divertido y lo copie. Varios de mis amigos caralibro me contestaron a lo largo del día, unos por el muro, otros por mensaje, alguno por teléfono. Es sorprendente las divertidas piruetas que te ejecuta la memoria en estos casos. Despiertas un montón de imágenes, de ese color lavado que tenían las fotos de la Instamatic de Kodak que nos regalaban en nuestra Primera Comunión, de amigos, lugares comunes, miradas y sonrisas. Y piensas "Ha merecido la pena"

Creo que no me ha ido tan mal con mis primeras impresiones. De hecho, últimamente me dejo guiar aun más por ellas, dejándome arrastrar por la aventura que supone constatar si son ciertas o alguna vez se equivocaran. Errar es de humanos, pero vivir intensamente lo que nos ofrece la vida también.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huelga General

Hoy hemos vivido nuestra sexta Huelga General de la democracia, y que mejor que celebrarla trabajando. Los niños en el cole, las peluqueras en sus mechas, los fruteros en sus frutas, los políticos tirándose reproches y los sindicalistas, bandera al hombro,....

¿Qué han hecho hoy los sindicalistas? Pues yo creo que habrá habido de todo. Algunos para justificar su sueldo de liberados han gritado consignas contra los que los liberan (Extraña y original versión del Síndrome de Estocolmo) Otros han agitado banderas y ladridos como si de una Guerra Santa se tratara. Hay quien se ha dedicado a amedrentrar a aquellos que han elegido su derecho a trabajar. Otros habrán salido a la calle en la defensa de unos derechos que, realmente, mucha gente dudo les haya pedido que los defiendan, a estas alturas del cuento.

Estamos en una de las peores crisis de los últimos tiempos, y viendo la actitud de todos estos más los políticos, parece que estamos en un picnic de Mona en el Domingo de Pascua.¿ Era ahora el momento de convocar una huelga general?¿Contra quién?¿Contra nosotros mismos?

Por un lado, los políticos de un lado se pasaron meses negando la existencia de la crisis. Desaceleración le llamaban. Si llegamos a desaceleramos un poco más resucitamos a Lauren Postigo, Lola Flores y El General Castaños.La única ventaja de esto es que Marujita Díaz y Sara Montiel no se sentirían tan solas.




Los del otro lado, envueltos en sus problemas de sastres y basureros, ofrecen, como letanía machacona, la única y postrera solución. Adelantemos las elecciones. A ver si a río revuelto, ganancia de perdedores. Perdedores como Rajoy, que creo que lo último que ganó fue las elecciones a Delegado en 2º de EGB. Esta es su estrategia para trincar poltrona de una vez.

Y mientras tanto, especuladores y banqueros, sueltos sin pagar nada por sus platos rotos. Se ve que sus platos se desaceleraron antes de caer al suelo....

Aquí siempre pagan los mismos. Los parados. Los autónomos. Los pensionistas, etc... ¿Y a quién le pasan el ticket? ¿A los desacelerados de la Pajín o a los trincapoltronas de la Cospedal ? Hombre, siempre quedan los sindicatos, defensores de los trabajadores. Pobres. Nadie ha sabido comprender que hayan tardado casí 2 años en convocar una huelga contra esta situación insostenible. Es que lo que cuesta cortar las pegatinas con las tijeras de manuales y pegar los carteles con escoba y cola de empapelar, como en los 70. En el tiempo de las redes sociales, que una sola persona puede levantar un país en horas, hemos esperado con el "Ay, que te la convoco, mira que te la convoco, Zapatitos" desde el 2008. Vaya tomadura de pelo.

Yo creo que, como cuando se cae una botella de vino en una cena de amigos o familia, todos a una, recogemos los trozos de cristal, unos cambian el mantel y otros recomponen la mesa para poder disfrutar del festín, lo antes posible. Qué pasaría si el padre de familia dijera "No se ha caído, está demostrando que la fuerza de la gravedad no existe" La suegra diría " Que no, tenemos que elegir otra cocinera. Fuera mi nuera. La mejor soy yo, que tengo Parkinson". La hija rebelde podría afirmar "No se si me comeré el cocido, claro que si papá me da la paga, lo pruebo" y mientras tanto el niño pequeño observa como el vino se derrama por encima de él. Y siente los pinchazos de las lascas de cristal, clavándose en sus piernas, que saltan, disparadas como certeras saetas,  por el vaivén de sus mayores, ofuscados en buscar culpables y no soluciones.

Pues eso, que hoy Huelga General para los culpables y un día más de trabajo para los niños manchados de vino. 


Buenas noches

martes, 28 de septiembre de 2010

Frívolas

Hoy una buena amiga me ha dicho por Facebook "necesito algo frívolo..." y he pensado " ... y por qué no?" Vamos a serlo.Voy a tomar prestadas unas frases de esos filósofos de la postmodernidad, tan poco puestos en valor, que son Fangoria.

La evidencia es como te la cuento
¿por qué dudas de que más es mas?
Orgullosos de cualquier exceso
en el baile de la vanidad.
Y si cuentas cuenta por millones
nadie duda de que más es más.
Bacanal de falsificaciones
en el reino de lo artificial.

No cabe duda, que en estos tiempos que corren, la frivolidad es un bien en alza. Y no voy a ser yo quien lance la primera piedra, que para eso ya tenemos políticos en Alicante. Entre crisis y tristezas varias, he de reconocer que la frivolidad me divierte. Y mucho.

Me divierte el exceso gratuito e injustificado de brillos de Todo a 100 sin venir a cuento, los pelos muy cardados como filosofía de vida y el último color de laca de uñas de Chanel como aspiración máxima en la vida. Por lo menos en la temporada otoño-invierno.


Cuando pienso en frivolidad extrema no puedo dejar de pensar en Lolita Versace y Josefina La Mujer de los Globos. No, no son ministras del PSOE ni cachorras del PP. Son dos Drag Queens de Chueca. Estrellas del espectáculo diario de un antro perdido de este barrio madrileño.

Excesivas en sus formas, ágiles con sus lenguas viperinas, tremendamente horteras en sus indumentarias y sencillamente fascinantes cuando suben a su escenario. Realizan un show de playbacks salpicados con conversaciones soeces e irreverentemente divertidas. Me encantaría que las viera Rouco Varela. Podrían intercambiar faldas y complementos.

Claro que hasta para ser Drag hace falta ser buena. Hace pocos días, en un tugurio de Santa Cruz de Tenerife, pude ver otro espectáculo de este tipo. Y os tengo que decir que si hubiera tenido un lanzallamas, esas mamarrachas hubieran ardido como teas, sobre todo por esa cantidad de poliester malo que llevaban encima. Que daño le ha hecho el Carnaval a las maricas de esta ciudad. Un frutero de Mercadona, con el tipo de un camionero de La Bilbaina, no se puede llamar Wendy y enfundarse en un mono de Ciertopelo sintético con infumables estampados de purpurina plata y, pintada como Conchita Márquez Piquer y con una rata en la cabeza, creerse Beyonce cantando One Night Only.

Del cuerpo de baile que la acompañaba, con ese mismo mono infame y altamente inflamable, no vamos a hablar. Solamente comentar que lo formaban dos. Un trozo de carne de 1,80 de estatura que evolucionaba copiando los pasos de su compañero, que tenia la misma espalda que King Kong y no habia visto una peluca peinada en su vida. Eso si, los dos con una sonrisa entre Chucky, el muñeco diabólico y la Cospedal.

Y cuando piensas que nada puede ir a peor, sale la artista invitada. Semejante pendeja. No todo aquello que se pone un sujetador y una peluca puede parecer una mujer y encima ser graciosa. Encima cantando Titanic con una especie de fular dorado tapando sus hombros de cargador de muelle anoréxico. Cuanto me hubiera gustado verla hundirse en el barco mientras movía, espasmódica, esas huesos tapizados de piel a modo de brazos. En ese momento Lolita Versace me pareció Miss Mundo y licenciada en 6 ó 7 carreras. Lo mejor de esta actuación era la amiga mala, aunque peor vestida que ella si esto era posible, que la miraba con esa cara de satisfacción que da ver como tu rival y enemiga intima se esta destrozando su reputación de por vida a ritmo de Celine Dion y tu peluca esta más mona y mejor peinada.

Y es que este mundo, a un lado y otro de la cortina del antro de la vida, está lleno de mamarrachas frívolas. Unas se disfrazan para actuar y divertir al personal y otras ejercen de ello durante todo el día. A costa de sus maridos o sus apellidos pasean sus ridículas vidas creyéndose la quintaesencia de la elegancia, la clase y el buen gusto. Estas últimas creen que la vida solo gira alrededor de la última colección de bolsos de Acosta y que toda aquella persona que les rodee, si ellas no pueden reconocer sus apellidos o intuir los dígitos de su cuenta bancaria, es inferior por naturaleza. Pisotean las buenas formas y el respeto al trabajo de los demás en el nombre de una mantelería de lino, si su tono creen que puede quedar bien para su composición de lugar, siempre y cuando, eso sí, sea gratis.


Yo creo que visto lo visto y siendo igual de frívolas, me quedo con Lolita y con Josefina. Menos chics pero infinitamente más divertidas y menos peligrosas.

PD. Lo mejor del antro de Santa Cruz, Blue Dreams era su nombre,  es la genial ocurrencia del Gobierno Canario de abrir enfrente el Centro de Mama de Tenerife. Cuanto menos irónico frente a un local de ambiente.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Sin miedo a volar

Hay algo irracional en los mortales que, en algunos casos, provoca un pánico terrible a perder la sensación de tierra firme bajo los pies. Mucha gente prefiere que le arranquen la piel de la espalda a tiras con unas pinzas de barbacoa a subirse a un avión y desafiar a la gravedad como las aves o Ícaro.

Yo, desde luego, creo no incluirme dentro de este selecto club de los cagavuelos. Si lo estuviera, que no es el caso, ayer no hubiera podido volar en un vuelo de Spanair, desde la T2 de Barajas, en dirección al aeropuerto de Los Rodeos. Solo me falto volar el 11-S para retar todos los tópicos del terror aéreo.

Es muy curioso observar las reacciones de la gente en la sala de espera de un aeropuerto. Gente que corre de un lado a otro con sus trolies, gente que duerme, gente con bermudas y gafas de sol dispuestos a saltar con los brazos abiertos hacía un resort de Punta Cana. Empresarios trajeados que compran, venden o se quedan sin cobertura. Parejas de recién casados que todavía no han descubierto que el sábado pasado no fue el mejor día de su vida, si no el final de ella. Gente que sufre por abandonar la seguridad de la tierra firme, promotores de todo tipo de tarjetas, Iberia Plus, barclays bank, visa, excepto Carrefour y Mercadona.¿Por qué no se promocionaran estas diosas del consumo en el reino de las Dutty Frees? Claro, porque las marus no suelen volar entre semana.

Espacios habitados por manadas de gente en tránsito de una vida a otra, de un lugar a otro, de una realidad a otra. Constante migración de seres entre ofertas sin impuestos de colonias, libros, bolsos de piel y galletas de mantequilla. Es curioso como la gente asume el territorio de las Dutty Frees como la aldea global. Fuera de un aeropuerto, a nadie que víaja de Madrid a Tenerife se le ocurriría llevarle a la familia 5 ensaimadas mallorquinas. Ni los vinos de la Rioja son un producto típico de Barajas. Pero en esta ciudad de cristal con vistas a las pistas todo vale. La intimidad no existe. Descubres los odios viscerales hacia sus colegas trepas de tu compañero de banco o te emocionas ante el relato de esa señora redonda que justifica su necesidad de tostarse en el sur de las islas con el innumerable glosario de desgracias acaecidas en su familia en los últimos 45 años. Nos sumergimos en mundos e historias inquietantes y desconocidas mucho antes de atravesar el tunel que nos conduce de la D83 a nuestro avión.

La aventura de volar nos aproxima a mundos tan lejanos como deseados de una manera relativamente cómoda y asequible, sobre todo en los últimos años. Internet mató la condición de objeto de lujo de volar. La democratización de los aires. Con lo cual, los que sufren del pánico congénito a flotar entre toneladas de acero sobre las nubes, han perdido ese componente de glamour no accesible que les daba la First Class y el Lexatin.


Pasear por las calles de Manhattan, bien vale pasarte cagao 7 horas en un sillón hecho para la talla 36 de los enanitos de Blancanieves, consumiendo comida basura a precio gourmet y soportando los ronquidos del Barbapapá del asiento contiguo como mal menor ante el peligro fehaciente de que vierta un hilillo de baba sobre tu cazadora vaquera. Volar es libertad.

Nada más cierto que es necesario viajar para abrir nuestras miras y ser más tolerantes, También desafiar nuestros miedos nos hace libres y fuertes. Por lo cual, ¿Quién tiene miedo a volar?

martes, 21 de septiembre de 2010

Ateísmo Político

Una de las cosas que siempre he disfrutado, como buen vago disciplinado que soy, ha sido perder el tiempo en la cama escuchando la radio. Confieso, por absurdo que parezca, que pongo el despertador media hora antes para saber que me queda ese espacio de tiempo para holgazanear informándome. Me estiro mientras escucho a Carles Francino y sus contertulios destripar las noticias, aun calientes como los croasants de mantequilla del horno de Dorita.

Realmente, en los últimos tiempos, me cuesta cada día más disfrutar de este absurdo ritual. Mi espalda se resiente al estirarme, mi cerebro ante lo que escucho y mi corazón , y a veces mi estómago, ante lo que siento.

Yo siempre he sido una zoon politikon, que decía Aristóteles. Un animal político. Nunca me había mostrado ajeno a los asuntos políticos y sociales del espacio en el que vivo. Incluso reconozco que me atraía, en mi juventud (ingenua juventud, pero que bella), la política activa. Siempre más cercano a posiciones progresistas, por convicción y herencia, pensaba que era imprescindible la clase política como brazo legislador y ejecutor de los avances que demandaba esta sociedad.

En estos últimos 30 años, nuestra historia ha sido cambiante e, incluso, convulsa. Sin la existencia de inolvidables figuras políticas, de todos los signos, no podríamos haber alcanzado el estado de bienestar en el que vivimos actualmente, con el consiguiente desarrollo de una clase media potente, el descenso de las diferencias sociales y económicas entre clases, el acceso a la educación, la sanidad gratuita y la protección de los más desfavorecidos.

Por todo eso, como beneficiarios de estos avances, debemos estar agradecidos a todos aquellos que dedicaron la vida al bien común y al desarrollo del mismo. Pero todo esto, se esfuma, amarillea, huele a pasado y tele en blanco y negro, chaquetas de pana y cuellos vueltos cuando escucho la crónica política diaria.


Según se van desgranando en las ondas, noticias, sumarios, operaciones con nombres de ron, declaraciones de políticos que pagan las cosas de una manera u otra, votos de muertos y otras basuras que solo esconden como sacarle dinero a la basura de forma ilícita, mi estómago se retuerce, más y más, ante este terrorismo ético y tanta ausencia de moral.

Ni los políticos, abiertamente incapaces, ni los periodistas, que ladran según aprieta el collar de su amo, pasando por la judicatura, presa de los caprichos de sus benefactores, políticos de nuevo, tiene la conciencia ni las manos limpias, para poder alzar la voz, de un modo contundente, y decir de una vez por todas "Basta ya".

Hemos perdido la ética y la estética. Ya no escondemos a los ladrones. Los restituimos en sus cargos entre aplausos y vítores y lavamos las manchas del delito con andanadas de mordiscos e insultos al rival al grito de " y tú, más..."

Ellos más, sin duda. ¿Y nosotros? ¿Quién se ocupa de nosotros? A la deriva, en un absurdo paquebote sin destino, a la merced de crisis generadas por la ambición y en manos de inútiles con tufo a presunto culpable. ¿Acaso hay, entre la tripulación que maneja nuestra deriva (como cantaba Remedios Amaya), alguno capaz de demostrar que tiene las manos limpias y coger el timón, empujando al embravecido mar a díscolos, corruptos e incapaces, sin pensar en familias, sectores, facciones y paraísos fiscales prometidos? Desgraciadamente, yo lo dudo.

El tiempo, los acontecimientos y los akelarres políticos, propios de las Pinturas Negras de Goya, que presenciamos me han hecho perder la fe en la clase dirigente y opositora, sin distingo de colores ni marcas de trajes. Cada mañana, al escuchar la radio o leer un diario, se evapora más y más mi capacidad de reinventar nuevas esperanzas y confianza. Me siento abandonado por mi Dios ideológico para sumirme en el más oscuro Ateísmo político. Muertas las ideas y en manos del todo vale, comienzo cada mañana en las manos de sastres, barmans y constructores de medio pelo. Bonito panorama mientras escucho, como única ventana a la esperanza, los sones de un tema de Labordeta.. "Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad...."

domingo, 19 de septiembre de 2010

mañana de domingo rara

Me despierto sin la presión del oscuro despertador e intento mirar, y reconocer, esos palitos verdes ordenados caprichosamente. Las 7 y 35 minutos. ¡¡Horror!! Mi cuerpo se adaptado, como un funcionario de oposición, a la rutina laboral. Mi mente no. Disfunción de voluntad.

Cierro los ojos fuerte, hasta ver lucecitas de colores, con el objetivo de volver a caer en los brazos de Morfeo. Pero mi vejiga me juega una mala pasada, y con la premura de los que no conocen la espera, debo levantarme. Primera batalla perdida. Ya estoy de pie.

Descubro una cara que me suena en el espejo y intento aclarar la visión con algo de agua fría. Segunda batalla perdida por mi indomable curiosidad. Total, era yo. Me he despejado.




Afronto el domingo con la resignación del que madruga y la satisfacción del que tiene un día por delante sin obligaciones. No envidio, para nada, a mis amigos con niños en edad de incordiar en este momento. Un saludo y todo mi apoyo para ellos desde estas líneas. Para los padres por supuesto, los niños no necesitan mi apoyo. Saben dar el coñazo de una manera innata, viene escrito en su patrimonio genético.

11 y treinta de la madrugada dominical. El perro de mi vecina, que no es su pareja sino su mascota, afila sus uñas con los mamperlanes de la escalera. Yo disfruto de las magdalenas del Mercado, mientras mis dientes se afilan en su capa de azúcar tostado. Las cortinas del mirador se balancean, perezosas, entre los rayos de sol. Parece el día perfecto. Y de repente, el desastre. Anuncian Titanic en la Sexta. Nooooo

Vuelve a mi mente la edulcorante melodía de Celine Dion. ¿Por qué James Cameron no la ató a la barandilla de la proa del barco, con los brazos en cruz, y la inmoló en nombre del buen gusto? Posiblemente sea una de las cantantes más moñas y afectadas, después de Nati Mistral. Esta última, yo creo que, tomaba setas alucinógenas antes de interpretar. Esos ojos, y la tele en blanco y negro, daban ganas de salir corriendo como las locas hacia la ventana y saltar sin dejar testamento.

¿Por qué las tardes de domingo tienen que ser cursis?¿Por qué las cadenas han decidido que las familias se unen frente al televisor para sufrir con esos absurdos dramas lacrimógenos?¿Quién afirma esto?¿El departamento de marketing de Kleenex  o Karina? Por Dios....

Y después, Fútbol, para romper ese absurdo equilibrio sentimental familiar creado con el culebrón. Nena, tráeme una servesa, que las piernas no me funsionan a la par que el celebro cuando veo a más de veinte tíos en calsonsillos corriendo.... Joder, con unas patatitas, que hay que decirtelo todo..... Y tú, niño, deja de joder con la pelota, que para eso ya le pagan una pasta a un niñato metrosexual, depilado y con cresta de pollo, que es el nuevo héroe galáctico hasta la temporada 2011-2012, que lo lapidaran en plaza pública.

Ya los romanos descubrieron la formula de pan y circo para los tiempos difíciles. En los nuestros, parece que triunfa la opción Celine-CR7 para los domingos anodinos.

Porque entre semana, tenemos un puntito menos relajado y más barriobajero. La actividad diaria y frenética saca lo peor de nosotros mismos. Y los programadores lo saben. De ahí el triunfo de formulas como Macarras,Chonys y viceversa. ¿No podrían gasear ese estudio con todos ellos dentro? Ya lo sé. Si se le coge cariño a un perro, como no se lo van a coger a estas alimañas. Pero lo podrían gasear y así matábamos dos pájaros, o varios pajarracos, de un tiro. Nos librábamos de los habitantes estrellas de Chonyland y Tele5 podría hacer 1.536 programas con las mejores escenas de como se retuercen, el entierro, los tertulianos destripando las vidas privadas de las victimas... Vamos, un filón de horas televisivas en prime time y del amarillo oscuro casi marrón más asqueroso posible.

Y luego, está esa universidad de la vida. Sálvame. En sus diversos formatos, diario, de luxe y próximamente lo van a comercializar en píldoras para competir con el Evacuol, sin ninguna duda con éxito en esta nueva empresa comercial. Ese gordito emplumado, más malo que la Channig en sus horas altas, acompañado de la Princesa del Pueblo y una sarta de indeseables, convertidos en tertulianos, en posesión de la verdad y con el derecho de arrasar vidas, como si fuesen carniceros de pueblo, han tomado posesión de las tardes de crisis y merienda.

¿Dónde ha quedado la televisión de entretenimiento?¿Por qué hemos vuelto al circo romano, sustituyendo a los leones por buitres carroñeros que presumen de universitarios? Y prohibimos los toros.. Y a estos personajes repulsivos les pagamos una pasta. Curiosa sociedad bipolar.

Después de toda esta gimnasia televisiva y siendo domingo, puestos a ser vulgares, me quedo con Aída. De barrio pero, siendo ficción, más autentica que toda esta escoria engominada y maquillada como papagayos.

Feliz domingo y que nos pille confesaos.

sábado, 18 de septiembre de 2010

la crisis de los cuarenta

Desde hace años me encuentro sometido, como si de un campo de batalla sangriento y ruidoso se tratara, al bombardeo insistente de las extrañas y aterradoras leyendas entorno a las maldiciones bíblicas de la condena del tiempo. Los Cuarenta.
No, no hablamos de la popular lista de éxitos musicales, a la cual se accede, por cierto como a todos lados en este mundo, pagando. Hablamos de ese momento de la vida donde casi todo deja de crecer menos la barriga, las cejas, las orejas y la nariz. Desaparece el vello capilar para que se te vea el cartón. El que queda, pierde su color, salvo si caes en el poder hipnótico del Grecian 2000....¿Quien coño les hace los anuncios? Solo Peter Mcdermott y Burt Reynolds pueden sentirse identificados... bueno también Mauricio Colmenero.

Aparte de la crisis del pelo, mucho más importante para la estima que la tan manida crisis de los misiles, llega el momento de convertirse en el increíble hombre menguante en cuanto a altura. Y nada menguante en cuanto a anchura. Parece que el día que cumples cuarenta años alguna extraña reacción física haga que nuestro cuerpo padezca un progresivo aumento de la fuerza de la gravedad sobre nuestros hombros para dejarnos como si el ascensor del Empire State frenara en seco. Chafaitos física y anímicamente




La comida deja de ser un aporte necesario a nuestra actividad para convertirse en nuestro peor enemigo, camuflado en comidas de negocios, cenas en casa de amigos, bodas, bautizos, comuniones y dentro de poco bodas de los niños de tus amigos, a los que has sufrido en bautizos y comuniones. Un circulo infernal de ensaladas de bogavante y solomillos al PX. Si un cuarentón pusiera en fila todas las tulipas de helado que ha consumido en eventos sociales y mirara al cielo, se descojonarían de él en la Estación Espacial por pringao. 

Cuando tienes veinte años las comidas de negocios son en un Mcdonals, contando calderilla para completar el menú normal con unos Nuggets. En las cenas de amigos solo importa el aporte calórico del botellón con el que terminan y no se sabe quien carajo es Pedro Ximénez ni a que sabe.

En el mundo laboral, a los 40 ya se tiene que haber demostrado lo que uno es. Quitando Maria Galiana, que lo hizo un pelín más tarde, uno deja de ser una eterna promesa para convertirse en cruda realidad. Y al mismo tiempo, llegan niñatos, los mismos que cuentan la calderilla de los Nuggets, hablando tres idiomas, escribiendo 400 pulsaciones por minuto en la pantalla táctil de 3 centímetros cuadrados de su móvíl de última generación y con más kilómetros recorridos que Miguel Strogoff, gracias a becas Erasmus y vuelos Low Cost. Idílico paisaje.

¿Y que queda de aquellos adolescentes que se sentaban los sábados a las 6 y cuarto en las escaleras del Banco de Alicante, sin la presión de dudar si habría llegado el sms para quedar, y sí con la certeza de que si se queda, se queda? Antes era una aventura tomarse un Grillo y una Pepsi en el Merengue y pensar que extraños artefactos conduciríamos en el año 2000 y con que extraños materiales metálicos vestiríamos en los años futuros. Ahora sólo Alaska y cuatro más han convertido en realidad estos sueños.

Hay gente que no renuncia a luchar contra el ineludible paso del tiempo. Piensan que romper con el pasado te convierte en inmortal, como el retrato de Dorian Grey. Dejar a tu mujer con 4 hijos, liarte con una de las cuentanuggets, comprarte una moto y apuntarte a un gimnasio no hace más que dejar en evidencia que te has convertido en un patético personaje con eterna rabieta infantil, que lucha por atrapar los tiempos pasados, que no mejores.

Nunca me he arrepentido de nada de lo que he hecho, ni creo que deba hacerlo. Creo que todo lo que hacemos o decimos genera una serie de experiencias que nos crean o modelan como personas. Ni mejores ni peores, pero sí nosotros mismos. Creo que la manera de afrontar la cuesta abajo, por tenue que sea, que generan los cuarenta, es disfrutar del viento en la cara, reconocer los paisajes conocidos y no caer en los baches ya vividos. 40 años de escribir nuestro propio manual de instrucciones garantiza una maravillosa travesía por los siguientes 40.

Celebrities y Anonimities

Mientras miro las vigas color tabaco del techo de mi casa, tumbado haciendo lo que más me gusta, que es nada, me descubro pensando en si compensa ser famoso. No es que yo lo sea, válgame Dios. Me refiero al precio que paga la gente que triunfa, pero que triunfa mucho, por hacerlo bien.

Por mi trabajo, y por otras extrañas circunstancias de la vida, me he cruzado con alguno de estos personajes. Algunos famosos a escala local, otros nacional y alguno, megastar master del universo y todas las reverencias posibles. Y tienen todos un factor común. Un reflejo de añoranza de libertad en la mirada, cuando nadie los mira.




No debe ser fácil no poder entrar en un bar, y pedirte un bocadillo de tortilla francesa con tomate, sin que pase a ser el acto más importante de la vida del negocio, sin que un chorrete de mayonesa por la comisura de los labios sea la escena cumbre de la semana o algún mitómano mate por llevarse la servilleta con la que lo has limpiado.

Realmente, todos, de una manera u otra, cambiamos nuestra conducta ante un famoso. Algunos sacan lo peor de ellos mismos. Pierden la vergüenza para rozar el ridículo, desplegando su cola de pavo real, que lo único que consigue es despertar estornudos al tocar las narices con sus plumas.Otros sobrepasan las barreras de lo políticamente para invadir la intimidad con cámaras o móviles como quien fotografía a una alimaña o un bicho raro. Nunca se debe olvidar que son personas, con filias y fobias, como cualquier mortal.

Y lo que es cierto, es que el verdadero espectáculo de un famoso es lo que le rodea. Manadas de trajeaos cocainomanos pegados a un móvil, con cara de San Bernardo, fans que descubren su cara patética, llena de carencias vitales y de una escala de lo realmente importante, clientes satisfechos, empleados estresados y muy poco tiempo, siempre muy poco tiempo,para seguir,  para llegar al siguiente muy poco tiempo de su agenda.

Y cuando nadie los mira, ellos miran extasiados a ese niño que se le derrite el cucurucho en la mano, sin que sea un acontecimiento para la posteridad, pensando en que se cambiarían, a veces,por él. O por la gota de helado, que se desplaza firme e indiferente por el barquillo de galleta, que no tiene más pretensión que endulzar un segundo de vida sin cambiarsela a nadie.

Alguien se pregunta si realmente es una bendición o solo un precio anexo a pagar. A veces pienso que merece la pena hacer las cosas bien y que nadie lo sepa.

Desde luego teniendo claro quien son las victimas, nos queda sentenciar a los verdugos. Los Anonimities... Esas legiones de impresentables desconocidos cercanos al famoso, o no, que le hacen la vida más complicada, como si no lo fuera ya. Para empezar debe ser complicado no saber en que gastar tanto dinero, por que encima casi todo lo que quieres te lo regalan. ¿Por qué se tienen que poner esa ropa de los patrocinadores que les sienta tan mal?¿Realmente Rafa Nadal elige esos piratas...?

Para más inri, todos los que los rodean se empeñan en no dejar un espacio, más allá de los 25 centímetros, entre la realidad, el coñazo y el famoso. ¿ Y si el famoso tiene necesidades peosas, que no penosas? Un mortal levanta ligeramente la cadera, en un movimiento combinado con arreglarse la ropa, para dar libertad a los presos gaseosos. El famoso corre el riesgo de, dependiendo el Anonimitie que le rodee, que sus presos acaben envasados y comercializados por algún road manager, team manager o chupón manager, o en la vitrina del salón de un piso de protección oficial con una foto suya pegada a un bote de cristal de los garbanzos, si de un fans se tratase ("y es que yo soy muy fans" gran frase donde las haya).

Y esos días en los que a uno no lo apetece hacer nada, y te pones esa camiseta con agujeros, que toda la humanidad odia menos tú, y esos pantalones de chándal cagao, por los que pareces haber hipotecado tu culo en la banca telefónica.  Y bajas, desafiando al mundo, a por el pan y la prensa (si el incauto en cuestión lee, demasiadas coincidencias) mientras entablas una feroz lucha con los elásticos de la parte trasera de tu ropa interior. Esto es un privilegio del anónimo. ¿¿Cuanto valdría esa foto al peso entre los buitres de la prensa amarilla si fuese de Shakira??

En el fondo somos unos afortunados por nadar en el remanso de paz y anonimato de nuestro valle de lágrimas. Voto por seguir tomándome mi medio de atún con mayonesa y tomate  en el Buenco sin que el mundo que me rodea sufra un efecto mariposa.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Volverán los oscuros autocares...

Esta mañana, al salir de casa hacia la oficina, descubrí que algo había cambiado en el paisaje urbano matinal.

No acertaba a precisar que era, pero algo ya no era igual. Las calles tenían otro aspecto. Ya no se despertaban lentamente, como lo hacen en las madrugadas de verano. El bullicio de la ciudad no era una partitura que crecía poco a poco en intensidad. 8,15 de la madrugada. La ciudad sonaba, estruendosa, como una marcha militar. ¡¡¡Niños!!! Había niños.

Como cada septiembre, vuelven las mochilas escolares, las ojeras infantiles, los uniformes de cuadros, los babis, los bocadillos de chorizo chorreando aceite, los libros forrados, el diccionario de inglés, el transportador de ángulos, las paradas de toda la vida y la Semana Fantástica de El Corte Inglés. Y los Corticoles, por supuesto.




Se terminó la paz de mis 12 minutos de caminata matinal, con mi Ipod y sin casi nadie por la calle. Ahora hay niños. y niños con su madre. Y grupos de madres, que deberían grabar sus conversaciones matinales. Como se puede hablar tanto y tantos días seguidos, a esas horas de la madrugada. ¿¿Qué se cuentan las madres de la parada??¿¿ Da la cosa para la charreta de la mañana y de la tarde?? Este es uno de los secretos que sin duda mueve el mundo actual. Si no emplearan tiempo y energías en estos momentos, podrían empezar, unidas, encauzando sinergias, la tercera guerra mundial contra el sistema actual.

Y esos autocares de cristales oscuros, como de equipo de 1ª División, con esa señorita que sonríe permanentemente, y que se sabe los nombres de 25 generaciones de energúmenos que le han amargado el comienzo de cada día, durante años. Detrás de esa sonrisa solamente se pueden esconder pensamientos oscuros y de venganza, tipo Stephen King.

Y vuelve el caos del tráfico. Por los oscuros autocares escolares. Por que la ciudad cuando no están, no se atasca. Claro que tampoco están esos cientos de madres que llegan tarde al colegio con sus niños, y que conducen sus todoterrenos, por la ciudad, como si estuvieran a punto de conquistar Dakar. No se puede pintar una, dar el actimel al niño, repasar la lección con el mayor y cantar las estúpidas canciones de Bob Esponja, a coro con el vídeo que atonta a los vástagos hasta el centro escolar. Eso sí que es peligroso, y no atender una llamada de trabajo en un semáforo. Cruel desigual.

Y por qué tienen que llorar con un tono tan alto, esos seres bajitos e insoportables, cuando no quieren ir al colegio. A aguantarse. Yo también lloraría todos los días, mientras cruzo la Plaza de la Montañeta, al dirigirme a la oficina. Será por falta de motivos.

La paz del amanecer agostero se perdió con el retorno de esos autocares de oscuros ventanales, que transportan a nuestras futuras esperanzas a la senda de la educación y formación. ¿¿¿Y en manos de una solterona, con pensamientos maniacodepresivos, que sonríe todas las mañanas como Chucky , el muñeco diabólico??? Parece una escena de La Cabina de Joseluis López Vázquez. Volverán.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Raros. Especie en extinción, YA!

Sábado. Como no, me he perdido en mi rutina del Mercado. Se nota que la vida vuelve lentamente a la ciudad, que lentamente caen las temperaturas y la luz se hace menos intensa y más interesante.

Hoy he madrugado, dentro de esta extraña costumbre que he adoptado de ocupar las horas nocturnas en dormir y las diurnas en hacer cosas. Que será de mi cuando anochezca a las 5 de la tarde. Estoy perdido. Mi mundo vivido por un lirón. Bueno,eso será otra historia. Ya los alrededores de la Plaza del 25 de Mayo respiraban bullicio. Dentro, el mercado, como si de un órgano vital se tratase, abarrotaba sus arterias de gentes heterogéneas. Mayoritariamente hombres.

Parece extraño, ¿verdad? La mayoría de los clientes que acuden al Mercado son jóvenes (entre veintitantos y cuarentaytantos) y de ellos una gran cantidad de hombres. Que gran descubrimiento, el Mercado como exponente de la cultura paritaria.

Nos demuestra, esta constatación, que no hay ninguna deficiencia genética en el hombre, género masculino, macho de nuestra especie que le impida realizar tareas domésticas. Claro que es muy fácil asumirlo en funciones tan gratas como la compra de los sábados en el Mercado. Relación social, intercambio de chascarrillos, aperitivo, caprichos culinarios y autoexaltación del género varón como victima de la igualdad social.




He escuchado una conversación, en el puesto del companaje, en el que el propietario le contaba, a modo de anécdota graciosa, a un cliente, muy macho en su conducta pero de distraída orientación sexual para su actitud, lo nervioso que se ponía cuando su mujer andaba delante de él, y no tres pasos atrás como lo hacen las portadoras de burka. En ese momento, he deseado que la escena se ralentizara, como si de Matrix se tratara. Mi loncha de jamón york permaneciera suspendida minutos en el espacio que separa la cuchilla de corte y el papel encerado. La mujer del impresentable orador, y compañera de trabajo (paritaria), comenzase un movimiento de cualquier disciplina oriental, ante la mirada atónita de los jamones de Teruel. Y, desplazando sus ágiles manos por el espacio/tiempo congelados, asestase un certero golpe en la nuca del patán, dejándole el cuello como a los pollos del Simago. Pero no, simplemente fue una colleja cómplice como diciendo "Ay,ay ay, no seas malote u hoy no tendrás tu cuarto y mitad de lomo empujao"

La verdad es que los tiempos han cambiado. Antes el cachete hubiera sido impensable. Y la conversación con el gay machista tampoco. En el fondo, me da la sensación que era más una válvula de escape de los residuos de una educación trasnochada y machista que una realidad tangible y peligrosa.

Realmente, en los 30 últimos años, nos hemos dado cuenta que los raros no son los que permiten que su mujer trabaje, ni los que deciden concluir una relación, del tipo que sea, sin aguantar por el que dirán y el mandato divino, la que antepone su desarrollo como individuo a su condena ancestral a ser recolectora, cocinera y coneja lanzacrios, ni los que deciden vivir su vida según sus deseos y no los de la sociedad,o la falsa moral judeocristiana. Todavía estamos esperando la lluvia de fuego y plagas bíblicas que se anunció por la aprobación del matrimonio homosexual. Sí, matrimonio, porque lo son todas aquellas personas que, de dos en dos, deciden emprender un proyecto común en la vida basado en el amor. Dejemos de absurdos matices trasnochados.

¿Quién son los raros? Aparte de los alienígenas chonis, que de esos ya hemos hablado y más o menos todos somos capaces de reconocerlos. Yo creo que los raros son todos aquellos que se creen superiores a sus semejantes por su condición sexual, género, raza, creencias religiosas o políticas. Todos aquellos que son tan cortos de miras y tan incapaces, intelectualmente hablando,  como para no poder aceptar que la riqueza está en la diferencia. Que 1 más 1 siempre son 2 y no la aniquilación de uno de los sumandos. Y espero que pronto sean, los raros, una especie en extinción.

viernes, 3 de septiembre de 2010

el coche de Nino Bravo

32 grados centígrados.15,15 de la tarde.3 de Septiembre. Después de 8 horas de trabajo, mientras ascendía desde la cota 0 del nivel del mar hasta mi casa, una frase perpetrada a bocajarro, por una niñata de no más de 9 años, me ha devuelto a la cruda realidad."Abuela, tienes un michelín en la espalda". " Ya lo sé, nena, ya me lo quitaré". El declive de nuestra sociedad se encierra en este escueto cruce de sinceridad y mentira.

Sinceridad innecesaria e incomprensible por parte de la nieta.

Primer punto. ¿Que necesidad tiene una niña, de esa edad, de preocuparse de la presencia impertinente de tejido adiposo en zonas concretas del cuerpo? Una niña debe preocuparse, a estas alturas del año, del color con el que forrará sus libros, de en que ha evolucionado su Pokémon favorito, o si Barbie, por fin, ha presentado la demanda de divorcio del moñas de Ken.

Segundo punto. En que momento del cuento se ha perdido el respeto a nuestros mayores (en este caso la abuela está bastante más cerca de mi edad que la nieta), y se permite que una niña pisotee la autoestima de la madre de su progenitor, con esa impunidad y sin ninguna consideración, sin que una legión de dedos se transformen en calvote corrector y oportuno juez y sentencia. Este punto es casi una defensa personal por lo que se nos viene encima.


Mentira ahogada en resignación, por parte de la abuela.

Tercer punto. Por que esa abuela miente a la niña, deformando su inocencia angelical, diciéndole ese "ya me lo quitaré". MENTIRA. A esa edad, la grasa ni se crea ni se destruye, se transforma. Y se acumula, para más INRI. Toda mujer, y que coño, los hombres también, debe saber que, pasados los 30, el declive físico es inevitable por medios naturales. El sedentarismo, la gravedad, las depresiones sin motivo apagadas en chocolate, el sentirse seguro por haber pillao cacho y haber pasado por la vicaría y el cruel destino en si mismo, que se ceba en nosotros, nos conducen a la destrucción paulatina de todo aquello que en nuestra juventud parecía cumplir los cánones griegos.

Siempre nos quedan dos recursos. Envejecer con dignidad como Pilar Bardem, Ángela Molina o Paco Martínez Soria o caer en el bucle lúgubre del Botox y la cirugía, como Tita Cervera, María Patiño, Carmen de Mairena o Andrés Pajares.¿A que dan ganas de salir corriendo y subirse al coche de Nino Bravo?

Esta sociedad se debate entre la perdida del respeto a nuestros mayores y semejantes y la perdida de respeto a nosotros mismo para que nos respeten los demás.Ya no se ve a ningún joven ayudando a cruzar a una anciana, ni llevándole la compra sin que los lazos sanguíneos medien. Ya no se cede el asiento en el autobús ni el paso en las puertas. Ya no se habla de Usted. Tampoco se respeta la persona a si misma cuando va adquiriendo, con el paso de los años, el carácter de respetable.

O nos empeñamos en ser las reinas de la eterna juventud, convirtiéndose, en muchos casos, en mamarrachas esperpénticas, eso sí, con la infumable talla 38 embutiendo un cuerpo de la 46, o abandonamos nuestro cuerpo y alma, abocándose ellos mismos al estercolero, previo disfraz con nombres como, curva de la felicidad, strees facial, he tenido una mala noche... No has tenido una mala noche, tienes bolsas y no de Mercadona, precisamente. Y lo de la curva de la felicidad es un mito.. y el fenómeno se llama panza cervecera o jodida dejadez.

No sé si el respeto que se tenia antiguamente era una especie de compasión encubierta, un tanto corporativa, ya que por ahí pasaremos todos. Y el que no lo haga es que se habrá subido antes al coche de Nino Bravo. O también es posible que realmente valorásemos la experiencia como fuente de sabiduría y no de belleza, absurda y hueca como los razonamientos de París Hillton. Creo que mantengo la esperanza de la segunda opción.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Postales Made in Spain

Cada cambio de estación desarrollamos el estúpido vicio de formular propósitos para la nueva temporada. Nos entra un furor de compromisos absurdos con nosotros mismos, que nunca cumpliremos. Es lo que tiene clavar los talones en las roderas de la vida cuando no se tiene claro si subimos o bajamos, como los gallegos.

Todas las primaveras, cientos, no, miles de mortales con flotadores adheridos a distintas inflexiones de su cuerpo, se prometen disciplina y culto al cuerpo durante horas, en un gimnasio abarrotado de marujas siliconadas y ciclados de ambigua orientación sexual. Nos empeñamos en luchar contra la fuerza de la gravedad, contra nuestra adicción a la mayonesa y al paté, y a esas cremas tostadas de crujiente hojaldre que aparecen en mis sueños, como si de un experimento freudiano se tratara. Y todo con el absurdo objetivo de parecer alguien que no somos y que, a base de sufrimiento y renuncias a aquello con lo que disfrutamos, nos empeñamos en ser. 

Alguien se ha planteado el bochornoso espectáculo que supone mostrarse en público, sudando como un cochino, embutido en prendas de lycra de absurdos colores y demostrando nuestra incapacidad genética para coordinar los movimientos de nuestros cuatro miembros con la sonrisa y la respiración. Y encima pagando. Hay matanzas del cerdo más dignas.


Otro de nuestros propósitos absurdos es el de renovar o retomar hobbies. En el ámbito de los nuevos la gran estrella es el coleccionismo. Esa es  una afición que consiste en la agrupación y organización de objetos de una determinada categoría. véase soldados de plomo, dedales de porcelana, abanicos decorados, novios de una noche, resacas incompresibles, artilugios deportivos que nunca sabremos utilizar, pequeños electrodomésticos que nos harán la vida más fácil y la cocina más pequeña o esa serie de maquetas absurdas de vehículos de guerra que nunca sabes como montar, limpiar o almacenar.

Entre los hobbies a retomar se suelen encontrar la fotografía, montar en bicicleta, el patinaje, la lectura. Que sería de las editoriales si cientos de libros abandonados, en mesillas polvorientas o atestadas estanterías, sin descubrir sus secretos por sus poco constantes propietarios.

Hay gente, mucha gente que le resulta complejo seguir un titular del Marca si tiene más de 6 palabras. ¿Como podría terminar un libro, o aun más, entenderlo y aficionarse a la lectura por gusto y no por consecuencia de un estúpido propósito pre-estacional?

Pero el más descabellado de estos propósitos, que puede desencadenar  todos los anteriores, es el de No a otro invierno solo en mi sofá. Esta misión suicida puede acarrear someterse a la vejatoria exhibición de los gimnasios, el ligar bronce en la playa aunque seas más blanco que la nata montada, leer infames best-sellers para parecer pseudocultureta, coleccionar resacas incompresibles al lado de seres del bar de la guerra de las galaxias que te abrazan, incomprensiblemente, la mañana del domingo en tu cama, etc...

Ante este panorama prefiero mandar postales sin remite, de flamencas bordadas, pidiendo la paz mundial, el Óscar para Paquirrín o un presidente de la Generalitat honrado. Creo que tengo más garantías de alcanzar el éxito.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Lo nuestro es rodar y rodar

Los días son sensiblemente más cortos. Sobre todo por que trabajar entretiene mucho, quizás demasiado.
El volver a la actividad cotidiana reactiva la velocidad de los relojes. Acelera tus pasos por la ciudad. Te obliga a divorciarte temporalmente de las bermudas, que tan agradables momentos han compartido contigo. Devuelve el bostezo a tu imaginario facial de cada mañana. No se necesitan gafas de sol a las 7,45 de la madrugada. Que lástima.

Con los últimos coletazos del verano todo comienza a acortarse. Los días, el tiempo libre, las sonrisas, las ausencias, las temperaturas, etc... También se acortan las voluntades, los buenos propósitos, las decisiones de cambio, para caer, en breve, como las hojas muertas en otoño.

Todo empieza a tornarse en  ese tono sepia de lo rutinario, del más de lo mismo, del esto no cambiará nunca. Pero no lo hace por el mero hecho de la estacionalidad, si no por la debilidad para despertar, contra natura, primaveras en nuestra voluntad. Nos dejamos llevar por el declive en el calendario con la única intención de rodar, rodar, y rodar hasta las uvas de Fin de Año. Y así, con alguna copa de más, formular nuevos deseos de renovación, promesas de fortaleza de ánimo y compromisos de blindaje emocional frente a los pisotones de la vida.

Y es que nos atrae el destino tragicómico de las grandes estrellas del cine en blanco y negro. Nos envolvemos en ese falso glamour de ser victimas del destino, en vez de responsables de nuestra cobardía vital.




Casi siempre tardamos el mismo tiempo para desinflarnos en los propósitos de cambio del rumbo de nuestro hastío que emplea Belén Esteban en dejar de parecer que acabo la EGB cuando abre la boca. Y es que parece que vencer nuestros propios monstruos ante el cruel destino no es una de nuestras virtudes como especie animal.

Será que nuestro destino es rodar y rodar, como en el corrido mexicano. Dejarnos llevar por el cruel sino de los tiempos. Pero claro, siempre hay dos maneras de rodar. Y en este caso no una sube y otra baja, sino que una baja y otra arrastra.

Uno se puede dejar llevar cuesta abajo por la falta de fuerzas, por no creer en nada o en uno mismo, por desidia o por cansancio, por no creerse capacitado para cambiar el rumbo de las cosas, en fin por debilidad. Como las hojas secas, flotamos inertes en los torrentes de las otoñales lluvias (vaya cursilada, pero que descriptiva)

Pero también hay una serie de incapaces de la vida, que ante la insoportable certeza de descubrirse inútiles, deciden arrasar a los demás para que no sea tan evidente su ineptitud. Es cierto que para poder ejercer este tipo de devastación mongola es necesario estar en un escalón social, personal o profesional superior al de sus victimas. ¿Habrá algo más satisfactorio para un inútil que arrasar con la obra de sus súbditos aventajados? A la historia me remito. Cuantos visionarios acabaron carbonizados ante el temor de sus gobernantes de tener que asumir su escasa capacitación en otros menesteres que no fueran los del derecho de pernada.

Claro, que estamos suponiendo que el sujeto en cuestión arrasa como movimiento defensivo. Existe el caso, y yo creo que es el más común, que el lerdo en cuestión no arrasa para seguir flotando como una mierda en una piscina bien, si no que arrolla toda vida física o intelectual como ejercicio de salvación de sus vasallos incapaces. ¿Hay algo peor que un tonto que se cree listo? Es incluso peligroso.

Que panorama de precipicios lúgubres nos presenta este entramado de cuestabajos. Si no ruedas por desidia, corres el peligro de ser arrollado por un tonto, lúcido o incapaz. Con lo cual, creo que, lo inteligente es sacar fuerzas de flaqueza, clavar los talones en la rodera de la vida y retomar todos aquellos propósitos que nos prometimos, bajo la euforia del alcohol y campanadas. Nada cambiará si no somos capaces de creer en nuestra capacidad de generar el cambio.

Y aunque una piedra en el camino te diga que tu destino era rodar y rodar, nunca olvides que sigues siendo el Rey.