miércoles, 10 de noviembre de 2010

Joselito, panetone y foie del caro, What's crisis??

Nunca vino más a cuenta el nombre de este blog. Nada en este mundo es eterno y casi todo lo bueno deja resaca incluso cierta depresión.

Durante varios días hemos vivido sumergidos en una burbuja de cristal y aromas culinarios que nos ha permitido abstraernos del mundo real. Lo mejor de la Gastronomía, la mejor de nuestras sonrisas.

4 días y sus noches intensos y extensos, salpicados de milhojas de Torreblanca, sucesoras de diseño de las de Seguí, talleres de grandes cocineros, degustaciones impensables y una dieta sofisticada e insoportable en la vida real por nuestro estómago y nuestro bolsillo.

Y como decía una poesía popular que aprendí en mi infancia "A un panal de rica miel, cien mil moscas acudieron..." y las moscas grises se convirtieron en maravillosas libélulas al adentrarse en la Ciudad de la Gastronomía. Si algo ha sido la tónica general de este evento ha sido la sonrisa de todos los participantes. Organizadores, visitantes, ponentes, currantes, políticos y votantes. Lo mismo asistes atento a una sofisticada cata de aceites como te unes a la conga de celebración por la clausura, descubriendo que compartes ilusión en el mismo metro cuadrado con Martín Berasategui  y con Presidentes de Instituciones mientras todos cantamos "no estamos locos..." Todo esto adornado por raciones de presa ibérica con chutney de mango, vinos de denominación de origen, crujientes de dátil mermelada de granada y jamón de Joselito, el único cerdo que puede hacer llorar de emoción sin que lo travista Disney.


Hemos recuperados rostros extinguidos como los dinosaurios, hemos perdido la capa casposa y gris que estaba adoptando nuestro terruño, nos hemos divertido como hacía años. Hemos descubierto que una copa de vino de Alicante, o una tapa de nuestros bares le sirve igual a los de la generación de los 60, 70 y los 80. Hemos elevado la autoestima por lo nuestro, destrozando la imagen de cocina chiringuitera y sin calidad.

Y es que por unas jornadas hemos disfrutado de una fantasía muy real. Donde todos estábamos allí para disfrutar, descubrir, aprender, compartir los valores de la alta cocina como una metáfora de que la ilusión es posible. El trabajo de mucha gente ha hecho posible que estas libélulas, más de cien mil, hayan podido tener motivos para sonreír, hayan generado negocio, mucho trabajo y riqueza anímica y física.

Todos nos sentimos algo mejor después de haber vivido esta experiencia. Intensa, aromática,de ejercitado paladar,con gemelos resentidos y una sonrisa en la cara. No han faltado anécdotas ni momentos de diversión y de sorpresa. Como la de descubrir que los pijos de esta ciudad no habían muerto en un  holocausto nuclear ocultado en su momento por el Información. Que a los Habitantes de la ciudad subterránea de las Chonys sólo les interesa el termino gourmet en las bolsas negras de Lays. Que la gente sabe distinguir entre el arroz de Hacendado y y el de Casa Pepa. Que la Pericana ha dejado de ser una tapa de pueblo para rozar los altares culinarios. Que una buena mesa y mantel alivia asperezas, rivalidades y se distiende el debate para llegar a remar todos en la misma dirección. Y es que no hay peor crisis que la que no sabemos de donde viene y a donde nos lleva. Pero después de una Costra del Huerto del Cura, unos Gazpachos de Yecla y unos petit fours de Totel, What´s crisis?

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