sábado, 20 de noviembre de 2010

las Toustumizadas y las Falsificadictas

Esta sociedad global, que cada vez derriba más fronteras y allana determinado tipo de diferencias, padece curiosos fenómenos de retroceso a lo identitario tribal. Determinados miembros de la misma necesitan reforzar su identidad mediante su pertenencia a diversos tipos de tribus urbanas. Ya son casi míticos los Rockers, los Góticos, los Punks, los Skinheads, etc... Casi todas estas adscripciones esconde unas lagunas importantes de personalidad y autoestima, buscando obviarlas diluyéndose en el grupo como arma casi defensiva.

Hay todo tipo de forma para reafirmar la pertenencia a la tribu. La indumentaria, el peinado, los gustos musicales, los marcajes corporales, bien sean tatuajes o piercings u otros elementos de tortura similares. Estos últimos tienen un componente  de mayor compromiso con la tribu o de menor coeficiente intelectual, ya que la renuncia a los mismos, una vez superada la abducción por el colectivo para fortalecer al individuo, es un poco más complicada, incluso costosa.

Pero a mí de las tribus que más me apetece hablar y más me fascinan sin duda son aquellas que pretenden demostrar una diferencia social y económica con el resto o la pertenencia a un extracto social que no les corresponde por sus posibilidades, posición o herencia.

Especialmente a mi me atrae muchísimo la subclase de las Toustumizadas.

Estos seres vivos, a los cuales se les supone inteligencia, emociones, capacidad de raciocinio y otras virtudes del ser humano que a veces cuesta pensar que poseen, tienen la necesidad vital de colgarse, cual árbol de Navidad, la mayor cantidad de osos de Tous posibles y si pueden ser dorados, mejor. Bolsos repletos de osos, anillos repletos de osos, pendientes en forma de oso, camisetas con osos, sabrinas de osos, osos llenos de más osos. Pueden llegar a parecer la representación casi naïf de un bar de Chueca. Tanto oso, a mí, me impone.


Esa necesidad de decir yo me puedo permitir llevar más osos que el Canadá encima, busca reforzar su posición social, la diferencia con la plebe y un status reconocible, al cual se supone que se le atribuyen unos parámetros de gusto, elegancia y de posibles, de dudosa certeza. No existe nada más artificial que aquel que se empeña en parecer autentico. Y es que la elegancia y la clase son virtudes innatas y no enseñables o adquiribles. Hay personas que no tienen donde caerse muertas y destilan elegancia por los cuatro costados, en su forma de ser, de moverse, de mirar o de conjuntar dos trapos roídos por el tiempo y la mala suerte. En cambio, hay gente que pretende conseguirlo a fuerza de calcinar la banda magnética de su Visa y de dejar claro, cual valla de carretera, a que marcas es adicta gracias a su posición económica, o aún peor, a sacrificios realmente inconfesables que pondrían en duda su grado de enajenación mental. Evidentemente, en ningún momento les garantiza la obtención de ni una misera pizca, por pequeña que sea, de ese halo innato que hace que la gente se vuelva por la calle a tu paso con respeto y admiración. Eso sí, consiguen, sin duda, que la gente se vuelva al verlas, boquiabiertas, pero con otro sinfín de sentimientos menos apetecibles.

El fenómeno osezno es extrapolable a CH's, Pradas, Armanis, Versaces, Dolce Gabbanas, etc, etc, etc. Claro,  que se convierte en infinitamente más preocupante y lastimoso cuando se trata de las Falsificadictas.

Estas personas son aquellas que pretenden parecer miembros de esta absurda tribu anterior mediante la adquisición compulsiva de falsificaciones de Sudeste Asiático, intentando parecer lo que no se es. ¿En qué momento la mente humana pude llegar a renunciar a la propia realidad y a la autoestima para convertirse en una fantochada humillante y de burda calidad? La necesidad de parecer lo que uno no es denota cierta incomodidad consigo mismo y una carencia de verdad en la persona bastante preocupante, incluso sospechosa. ¿Cómo creer en alguien que se empeña en parecer lo que no es?¿Qué valores se le puede atribuir a una persona que recurre al engaño compulsivo a la hora de intentar mostrarse en el escaparate de la vida?¿A qué  factores se puede deber esa enfermiza adicción a intentar aparentar algo diferente a la cruda realidad?

A mí, personalmente, me tiran un paso para atrás este tipo de personas, tanto las de los Osos o las de las Copias. Creo que no hay nada más importante en la vida que ser de verdad, estés donde estés, te dediques a lo que te dediques y creas en lo que creas. Deberíamos revisar de vez en cuando el monólogo de Antonia Sanjuan en Todo sobre mi madre, de Pedro Almodovar.

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