domingo, 2 de enero de 2011

Propósitos para mi microcosmos

El sol baña la fachada verde y se descuelga insolente por las rejas de los balcones. Desde el mirador, el mundo parece aletargado disfrutando de sus rayos. El año ha comenzado con un inusual sosiego. No sé por qué presiento que es la calma que precede a la tempestad. Tanta paz me pone nervioso.

Si el último día del año nos empeñamos, de una manera inconsciente o no, en hacer balance del año agonizante como si tuviésemos que leer ante los asistentes a su funeral un sesudo epitafio, los primeros días del que nace emprendemos la loable e increíble labor de la lista de propósitos a cumplir. Esos propósitos que formulamos en voz alta para incumplir en voz baja.

No es que me declare abiertamente escéptico ante este tipo de listas de tareas a desempeñar, pero la experiencia, que es una de las pocas cosas buenas que te aportan los años, si eres capaz de aplicarla para no pegarte los mismos cabezazos en las mismas paredes, me dice que casi todos estos buenos propósitos, aparentemente escritos por Mafalda, se quedan en agua de borrajas.

Yo, aun así, estoy desarrollando la mía. Mientras hago borradores de la misma, intento ordenar cuales son mis prioridades para este 2011. Me voy dando cuenta que muchas de ellas son incompatibles entre si. Ser buena persona y acabar con determinados subseres, como si de un videojuego se tratase, creo que no compaginan muy bien, aunque yo pienso que sería de muy buena persona librar a esta sociedad de esas rémoras sociales, inútiles, egoístas, con mal fondo y peor fachada. No digo yo que quiera exterminarlas como a las cucarachas ( idea que reconozco haber valorado, pero no durante este proceso de buenos propósitos), sino alejarlos viajando por el espacio exterior, encarcelados en un espejo tridimensional como a los malos de Superman. Cuanto glamour tenía esa celda estelar.

Mi asignatura pendiente. Los idiomas. Creo que ya ha llegado la hora de afrontar ese gran abismo que me separa del mundo exterior. Siempre me he refugiado en esa excusa de segunda que es "Yo es que no tengo oído para los idiomas" ¿Y cómo coño aprendiste a hablar el Castellano? ¿Venía de serie, mamarracho? Más bien es una cosa como de vagancia vital. Lo que nos cuesta esfuerzo, nos da pereza. A no ser que la recompensa sea evidente y muy satisfactoria a corto plazo. Por ejemplo, tirarle los tejos a un monumento nacional, en un bar, sabiendo que tienes menos posibilidades de triunfar que Tamara la Mala en la Ópera de Milán. El esfuerzo es titánico, casi suicida, con muchas posibilidades de salir toreado, humillado, e incluso, abofeteado. Pero la recompensa, en caso de improbable triunfo, es rápida y muy, muy, muy satisfactoria. Y no por el hecho de la victoria en sí, si no por poder narrarla luego. Nuestra naturaleza de vacilones farfollas nos puede.



Volver a hacer deporte. Otra de esas incompatibilidades con mi vagancia vital. Es que mi horario me lo impide. No tengo  Tiempo. Ir solo me da palo. Será que no hay cosas que hago solo, a horarios incompresibles y sacando el tiempo de debajo de las piedras, como escribir este blog. Claro que el desgaste físico que me supone escribirlo es mínimo, no tengo que mostrarme vestido de forma ridícula delante de una pandilla de cuerpos pseudo perfectos y miradas demoledoras y el feedback con  el resto de mi mundo es casi inmediato. No tengo que escuchar "Ah, ¿es que estas yendo al gym? ¿Vas poco, no? Nadie te dice ¿Escribes pocas líneas, no? No se nota elasticidad en tus metáforas. ¿Puedes escribir 3 posts en la elíptica sin ahogarte?

Viajar más. Esto realmente no me cuesta gran esfuerzo, excepto el económico. Cambiaría de trabajo sólo por el hecho de recorrer más mundo, conocer sitios nuevos, vivir otras aventuras. Claro que esto suena a hacerme camionero de transporte internacional o azafata de vuelos intercontinentales y creo que ya no tengo edad, cuerpo ni status para ninguna de las dos actividades. Casi que me veo más como Personal shopper en una gran capital, como Cool hunter recorriendo y reconociendo las nuevas tendencias o vendiendo bonitos centros de flores en una pequeña tienda del SoHo, bien sea en Londres o en NYC. Soñar es gratis. Y entonces salta esa gran pregunta.¿Por qué no me veo aquí?

Cuidar más de los míos. Ya hemos definido en anteriores post el concepto de los míos. La familia de sangre y la electa. A veces damos por hecho que siempre van a estar ahí, que saben cuanto los necesitamos, lo importantes que son para nosotros. Que siempre estamos aunque ellos no lo perciban, y que no podemos estar siempre que se nos necesita, sobre todo si no somos conscientes de ello. Damos muchas cosas por supuestas en las relaciones humanas. A veces nos empeñamos en pensar que el resto del mundo gira a nuestro alrededor y no es así, giramos en órbitas paralelas que no siempre coinciden en el tiempo , la distancia y la dirección. Además, están esa otra serie de satélites o asteroides que se encargan de sabotear las órbitas ajenas ya que no soportan estar en una paralela o más alejada y no ser el eje central que mueve su mundo y el ajeno. Otro tipo de personaje para encerrar en el espejo tridimensional.

Aprender a decir que no. No a las injusticias. No a las humillaciones. No a la sinrazón. No a los ineptos prepotentes que tiene que aplastar a los demás para demostrar que son lo que son, ineptos y prepotentes. No a aquellos que arrugan las ilusiones y las guardan como un papel viejo en el bolsillo, por si otro día las pueden reutilizar. No a perder la sonrisa por algo o alguien que no merece la pena. No a perder la ilusión por muchas veces que te la hagan añicos. No a las cosas mal hechas por si cuelan. No a callarse ante el impertinente que se sale con la suya por tu educación. No a renunciar a tus metas por falta de respeto a uno mismo. No a desenterrar cadáveres en una tarde estúpida de nostalgia. No a mirar para otro lado para no asumir la responsabilidad. No a no ser uno mismo por si molesta. No a decir no por molestar.

Creo que, después de repasarla en varias ocasiones, la carga de tareas imposibles, improbables, necesarias e imprescindibles es numerosa y difícil de llevar a cabo en los próximos 363 días restantes de este 2011. La verdad es que me conformaría con que la situación de estos propósitos en mi conducta mejorara de una manera satisfactoria. Algo más de buen rollo, algo más de mundo, algún fichaje nuevo para los míos, más y mejor trabajo, de salud como estamos y un poquito menos de nostalgia sería un buen resumen de los objetivos a revisar el día 31 del próximo Diciembre.

¿Alguien tiene algo que apuntar?

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