sábado, 12 de marzo de 2011

El zoo de las batas blancas

En el otro lado de la población de este lúgubre hotel de la enfermedad esta la población laboral. Ese ejercito húmano (por calificarlo dentro de las especies de mamiferos) que habita este edificio a tres turnos más guardias, no se mezclas con el resto de los habitantes, más efímeros que ellos en cuanto a la estancia.

Se dividen en distintas categorias tanto sociales como profesionales que a veces coinciden. No se suelen mezclar entre ellos, por lo menos aparentemente, aunque corren muchas leyendas negras sobre historias entre médicos, en general infieles por naturaleza, y enfermeras muy amigas de otras amigas.



Dicen que el roce hace el cariño, que la tensión de este trabajo, que camina por la maroma sobre el abismo de la muerte, hace también el roce y que trabajar en el pequeño espacio de un cuerpo humano cuanto menos genera roces. Conclusión: que tienen todas las papeletas para terminar liados entre distintos segmentos profesionales, o incluso entre el mismo. Vendría a ser lo que un oficinista llama llevarse el trabajo a casa.

Dentro de cada categoría profesional hay distintos tipos de perfiles. Los suficientes como para que el difunto Félix Rodríguez de la Fuente pudiera hacer una serie de documentales sobre sus hábitos y costumbres, incluso sus ritos de apareamiento. Se podría llamar perfectamente "El Hombre y La Bata"

 Yo reconozco que la rutina de los actos inmuniza de las emociones. Nos acontece con los besos, que nunca vuelven a tener la misma intensidad que los primeros, o con los suspensos en la época escolar, que los que más duelen son los primeros. Pero esta fauna debe recordar, por lo menos en algunos casos especialmente, que tratan con personas, únicas y no con piezas indolentes de una rutina tediosa, sino casos singulares y particularmente preocupantes para ellos y sus familiares.

Hay de todo. Gente super entregada y profesional. Cariñosa y delicada en todos sus actos y que se preocupan por facilitar la estancia al que la sufre. Pero hay otros que se empeñan en hacer parecer que son ellos los que sufren en el desempeño de su obligación laboral, remunerada  con las aportaciones de los mismos pacientes por si se les olvida. No se le puede decir a una señora impedida por una reciente operación de prótesis que pesa como un plomo. Si no puedes desempeñar tu puesto laboral con diligencia tienes varias opciones. Pedir ayuda, ir al gimnasio o pedir una prejubilación que te suavice el caracter y facilite el acceso a tu puesto laboral a alguien más joven, preparado y con mejor disposición.

El tratar al paciente con ese tono de superioridad y cierto desdén hacia sus temores, sugerencias o necesidad de información, no demuestra mayor aptitud laboral y, sobre todo, mejor calidad humana. Es curioso ver como intentan suavizar su apariencia de institutriz germánica y solterona con absurdos broches de fieltro de estética infantil y que supongo que serán un importante vivero de gérmenes muy apropiado para el desarrollo de su actividad profesional. Unos zuecos de colores y una muñequita vestida de enfermera no te hacen mejor persona y, mucho menos, mejor profesional, sobre todo si eres un inepto vocacional para desempenar la tarea con una incapacidad manifiesta para la sonrisa y el cariño.

También está, dentro de la faceta germanica de la profesión, el que se organiza su tarea de un modo pautado y de estricto horario, sin tener en cuenta las circunstancias de cada caso singular. No se debería cambiar un pañal antes de cambiar las sábanas mojadas, aunque en tu protocolo lo contemple así y te demuestres incapaz para gestionar los tiempos de un modo eficaz y consensuado con los demás compañeros de planta. Claro que cuando se llevan 20 o 25 habitaciones no debe ser tan complicado regirse por criterios de eficacía en vez de los de horario riguroso. Este tipo de actitudes pueden generar trastornos como los de alterar el sueño de alguien de 85 años en 4 ocasiones con una periodicidad británicade 45 minutos. ¿No sería más fácil realizar todas las tareas a la vez y no perturbar un descanso necesario y complicado en un estado com este de enfermedad?

¿Y esos médicos tocados por el dedo divino de Dios, que se muestran más cerca del Gran Hacedor que de los mortales? ¿Por qué se empeñan en demostrar a los profanos su dominio de esa infinidad de términos técnicos imposibles de comprender y que sólo les permiten comunicarse con sus iguales? ¿Tanto cuesta separar la faceta profesional de la de persona humana que hace sus necesidades como el resto de os mortales¿

Pero no todo el monte es orégano. Hay gente que hace de la sonrisa y la paciencia su uniforme. Del cariño una herramienta más de trabajo, la cual son capaces de utilizar con manifiesta generosidad. Y de las ganas de facilitar las cosas una actitud que agradece sobremanera el efímero habitante del otro lado de este edificio, en el que hay cientos de ventanas que esconden cientos de historias singulares.

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