jueves, 28 de abril de 2011

El derecho fundamental de lo gratuito

Si no existieran los derechos fundamentales del ser humano, nuestra sociedad, tal y como la conocemos, nunca habría llegado a existir. No existiría la clase média, ni la sanidad universal ni el acceso gratuito a la educación. Las mujeres seguirían en la caverna, cocinando y amamantando las presas de su hommo cazador o recolector. Los niños trabajarían como esclavos, aunque estos últimos serían, seguramente, de otras razas diferentes a la dominante.

No sería igual esta historia sin derechos fundamentales como la igualdad sin distinción de credo, raza u orientación sexual. No sería lo mismo sin la creciente integración de la mujer en busca de un equilibrio real o el derecho de los niños o los dependientes, aquellos miembros más debiles de nuestra sociedad.

La gente está en todo su derecho de reclamar el acceso a una vivienda digna, al trabajo y a la igualdad de oportunidades. Debemos buscar una sociedad paritaria, justa, solidaria con el más débil y fuerte en la lucha contra los atentados a los derehos fundamentales.

Toda esta parte de los derechos está muy bien, pero no es como diría Buzz Lightyear "hasta el infinito y más allá". La gente tiene, o suele tener, dos confusiones muy generalizadas con esta materia.



Primera, la posibilidad de disfrutar unos derechos conlleva el cumplimiento de unos deberes y esto en inseparable en ningún caso. Ahí está la primera confusión. La gente piensa que puede exigir cualquier clase de derecho sin responsabilizarse del cumplimiento de los deberes que conlleva pertenecer a una sociedad.

Segunda, la oportunidad de disfrutar de cosas gratuitas no conlleva la obligatoriedad para que nadie deba garantizar su disfrute a los más de 6000 millones de personas que habitan el planeta. Tampoco nadie tiene derecho a exigir la cabeza de aquel que facilita la opción de acceder a un enser o servicio de forma gratuita y que no le garantice su disfrute, por ser vos quien sois.

Lo gratuito no conlleva el concepto del obligatorio disfrute universal. No da derecho a tomarse la justicia por su mano si no se ha sido afotunado en la obtención o disfrute del bien o servicio puesto, en número finito casí siempre, al alcance de los primeros afortunados que sean capaz de alcanzarlo. Nadie tiene el derecho a exigir que se le satisfaga, de forma alguna, por no alcanzar dicho disfrute.

¿Cómo se puede satisfacer a alguién por la no obtención de un bien que no es de su propiedad o por el cual no ha hecho desembolso alguno?¿Cómo se puede porrear ua puerta como si te fueran a comer las alimañas por no poder acceder a un espectáculo de aforo limitdo y de acceso gratuito?¿Con qué derecho puedes exigir ser tú el que debes estar dentro y no uno de los que ha tenido la suerte  o la previsión para conseguir quedarse al otro lado de la puerta?

Son capaces de invocar a los derechos fundamentales para que se cambien los hechos y la historia reciente con el único fin de ser el afortunado que disfruta de lo gratuito en detrimento de otro igual. Hay quien se cree en posesión de la verdad absoluta y divina para poder afirmar que se tiene derecho por delante del resto de los seres vivos para el disfrute delo gratuito. ¿En qué momento se puede llegar a perder la perspectiva y la razón de tal forma para comenzar a levitar sobre el derecho fundamental de la igualdad?

Lo gratuito no deja de ser un regalo, algo que se puede llegar a disfrutar sin coste ni sacrificio alguno que no sea más alla de hacer una cola o tener que esperar un espacio de tiempo arrancado a nuestra apretada agenda vital. No olvidemos que la obtención de un bien o servicio gratuito pasa por la decisión voluntaria de entrar en el juego de consegirlo o no.

Nadie necesita para respirar o sobrevivir una prenda de merchandising promocional ni disfrutar de un concierto. No es un derecho fundamental el acceso universal a lo gratuito. Y sí es una obligación la educación y no faltar al respeto al semejante que facilita, en un número casí siempre finito, la obtención y disfrute de lo gratuito.

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