domingo, 13 de febrero de 2011

En días como hoy

En días como hoy, que la vida te juega malas pasadas, que eres consciente que los dioses y tus guionistas se han pegado una juerga a tu costa y que parece derrumbarse tu Partenón interior, en estos días precisas de una guía de emergencia para sobrevivir.

Mantener la calma ante todo.Esa postura gélida, un tanto autosuficiente, con desprecio hacía las afrontas del destino y que destila seguridad por los cuatro costados es una condición indispensable para afrontar estos reveses de la vida. Nunca se debe parecer derrotado, aunque nuestro interior clame clemencia.

Un paseo al sol en soledad. No tiene ningún fundamento físico pero, el contacto de nuestros pies, ya sea calzados o no, sobre la arena de la playa en época no estival genera una serenidad espiritual similar al del estado posterior al orgasmo deseado. Desacelera nuestros ritmos vitales, acentúa la visión positiva de las cosas y ayuda a organizar nuestras ideas como una bibliotecaria solterona y entregada a su trabajo. El sol del Mediterráneo tiene facultades terapéuticas incalculables en los temas de la razón y el corazón.

En este tipo de terapia es indispensable la soledad. Cualquier punto de vista externo puede desvirtuar el orden necesario de nuestro maltrecho interior.

Ahogar osos de peluche. Es importante saber canalizar nuestros instintos asesinos en situaciones de crisis. Nadie puede negar, y el que esté libre de pecado que se tire a si mismo una piedra, que en este tipo de encrucijadas se desarrolla en nuestro interior un asesino en potencia, capaz de perpetrar las más sádicas acciones.

Por el módico precio medio de 6,99 euros podemos ensañarnos con un oso de peluche hasta destriparlo, ahogarlo y arrancarle la cabeza de cuajo como terapia liberadora. Sin ningún coste adicional posterior más allá de barrer el relleno que vierta el cadáver del pobre osito. No es necesario redimir ninguna culpa frente a esta sociedad de moral farisea ni prestar servicios a la comunidad. Solamente tirar los trozos al cubo de basura correspondiente a la cadena de reciclaje. No es importante destrozar el oso si no poder reciclarlo convenientemente.

El vudú como venganza. No estoy muy puesto en la materia pero, reconozco que el mero hecho de poder descargar tus odios sobre una figurita de cera con un mechón de cabello del capull@ objetivo de la venganza a través de unos alfileres siempre me ha parecido sublime e interesante. Todas esas negras zumbonas en trance y el hechicero tan bien customizado le aportan una dosis de glamour a la venganza que la convierte en un hecho chic y muy cool. Vengarse en muy trendy.






Fangoria como banda sonora esencial. Nadie como Alaska y Nacho Canut ha sabido entender la quintaesencia de la puñalada trapera y de la sobreposición del espíritu con dignidad y cierta chulería. Hay temas míticos para estos momentos de retiro a los cuarteles de invierno, aunque sea al sol de la playa, con un Ipod bien seleccionado.

Esas biblias de la vida como Como pudiste hacerme eso a mí o A quién le importa resumen a la perfección el conglomerado de sentimientos que albergan momentos como estos. Otros temas como Gracias pero no, Descongélate o Cuestión de fe son poemários de culto en la reconstrucción de nuestro castillo interior. Imprescindible Miro la vida pasar. ¿Verdad, Vicente?

Bucear en el Vestidor. Ante las bofetadas de la vida, tu mejor Chanel. Y quince centímetros de tacón para pisar las lenguas envidiosas y las miradas que intentan atravesarte como dagas envenenadas. Nada como verse bien para sentirse mejor. Tus mejores galas por si hay que ir de entierro, esperando siempre que no sea el de uno, si no el de la victima del vudú.

Creo que estos son algunos apuntes básicos para llevar un domingo por la mañana, con cierta banalidad, de crisis existencial y caos interior. Besos para quien le sirva de flotador matinal.

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