martes, 19 de julio de 2011

La amenaza de los mercados siniestros

Cada día resulta más complicado leer un periódico o ver un informativo de la televisión sin que te entre un pánico atroz y emanen las ganas de salir corriendo hacia el cajero más cercano y sacar todos tus ahorros, sin que se entere el banquero, y esconderlos debajo de un ladrillo o en el interior de la funda nórdica.

Yo me declaro abiertamente analfabeto en cuestiones financieras. Y no hay nada que genere más miedo que el desconocimiento. Yo me declaro totalmente desconocedor de los mercados y sus oscuras intenciones. No sé si son señores de traje gris cruzado, maletín rígido de Samsonite y mente perversa, refugiada en una cabeza sin rostro. No sé si son orcos escapados de una novela del Señor de los Anillos y que amenazan la Paz mundial y las cuentas de los Estados de bien en beneficio de los Reinos del Mal.

Todo esto me suena a ciencia-ficción y a cómics de Marvel. Empiezo a mirar hacia todos los lados, buscando desesperadamente con la mirada por donde va a aparecer Spiderman, colgado de su teleraña, para derrotarlos y devolver el equilibrio al sistema capitalista y bancario, que tantos disgustos nos depara y que nos permitía, hast este momento, vivir en una burbuja de felicidad e ignorancia totalmente ficticia.



¿Quién se esconde detrás de esos entes sin forma ni mirada conocida? ¿Quién tiene ese poder y ese estómago para poner en jaque el sistema económico mundial, dejando con el culo al aire la incapacidad demostrada y manifiesta de los gobernantes europeos? ¿Qué extraños intereses y beneficios personales pueden reventar el futuro de un generación, abandonada a la ineptitud de sus políticos y su demostrada falta de visión de Estado, y poner al borde del abismo el estado de bienestar de millones de personas con extraños juegos financieros, más cercanos a la ruleta rusa que a la ética profesional?

Mi analfabetismo financiero me impide comprender esta situación, me impide compartir determinados comportamientos y políticas y me impide creer, por un momento más, en la voluntad de crear un supraestado europeo, fuerte, solidario y con visos de consolidación en el tiempo y el espacio común.

Solo sé una cosa. Que detrás de esos seres amorfos e irreconocibles se esconden los culpables, en parte, de esas colas infinitas donde la gente se juega su última oportunidad de tener esperanza. Culpables de destruir el tejido empresarial y el comercial, ahogando las vías de financiación y los proyectos de los nuevos emprendedores. Culpables, en parte, de la muerte de la ilusión y de la esperanza. Responsables de la indignación que brota en nuestra sociedad, de modo transversal, sin saber de clases ni generaciones.

Y qué podemos esperar ante este dantesco y sombrío escenario? Venganza y acción. Necesitamos de la ayuda de nuestros superhéroes. Sean políticos, ciudadanos de a pie o meros dibujos en blanco y negro. Los necesitamos a todos. Necesitamos derrotar a estos entes carentes de forma y rostro, pero borrachos poder y avaricia, que están poniendo en peligro la vida cotidiana de nuestro mundo, tal y como la hemos conocido hasta ahora. En nombre de los que no tienen voz, de los que heredaran nuestro mundo y de nuestro propia dignidad como personas, ciudadanas de estados libres democráticos y soberanos. Solo queda una opción. Victoria o muerte. Porque no todo vale y no se puede permitir que la nada, por muy mercado que sea destruya la felicidad, el futuro y los proyectos de todos.

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