lunes, 4 de octubre de 2010

Xanadú y las puertas del tiempo

Ayer descubrí, a través de Facebook y gracias al gran Jimmy Trash, la versión de Sharleen Spiteri (una de las mejores voces del pop, solista de Texas) del tema central de la banda sonora de Xanadú. Con menos purpurina, sin patines y menos destellos de bola de espejo que la original, interpretada por Olivia Newton-John, esa viejecita adorable que si se pone una cola alta y unos calcetines parece 4 años menor que Britney Spears, y la Electric Light Orchestra (la ELO para los de la época), pero con una madurez musical y vocal que tiene la capacidad de arrancar toda sombra de ñoñería a nuestros recuerdos.


Es difícil no despertar en las comisuras de nuestros labios, dibujada, una sonrisa al escuchar los acordes de este Hit, como se les llamaba en los 80 a los temazos puntazo que molan mazo. Este último calificativo queda dedicado al alcoyano más universal que se ha retirado este fin de semana, con dos conciertos en Madrid, Camilo Sesto. Cuanto bien le hubiera hecho a este xic de poble quedarse mudo a principios de los 90 y haber desaparecido, envuelto entre un halo de misterio y carrascas, por los montes de la Font Roja. Que lastima no habernos quedado, sólo, con la imagen de Jesucristo Superstar (Quiero saber, quiero saber , Señor, en que momento se convirtió en uno de los esperpentos de nuestra galería de horrores) o con los recuerdos musicales de grandes temas como Vivir así es morir de amor (¿me habrá traicionado el subconsciente?) o ese Algo de mi, algo de mi se va muriendo...




La verdad es que puestos a rescatar canciones en momentos de bajón, parece que la SGAE en pleno, comandada por el Insigne Ramoncín, se han dedicado a preparar letras que se ciñen al pie de la letra y ahondan en la herida abierta y descarnada de casi todas las relaciones de los mortales nacidos en el ámbito de la Piel de Toro y aledaños. ¿¿Quién no ha dejado caer las lágrimas, mientras sorbía mocos en el sofá, tapado con una espantosa manta de crochet y un paquete de Filipinos (o una tarrína de helado tamaño antidepresivo), en una de esas tardes de lluvia en las que piensas que el mundo se va a partir en dos, como una naranja de zumo bajo el gélido filo del abandono y la ruptura, escuchando esas baladas que estas convencido que están escritas por un visionario que conocía tu destino y prefirió editar 15 millones de copias a contártelo al oído??.


Quién no ha sido viuda de España con la Pantoja o la Piquer, quien no se ha pegado a una ventana susurrando esta tarde vi llover, vi gente correr y no estabas tú..Cuantos no han sucumbido a Aquellas pequeñas cosas... o al primer disco de Shakira, que debió tener más desengaños en la adolescencia que el resto de la República de Colombia desde su independencia. Las coplas, los boleros, baladas y otro tipo de torturas chinas musicadas son totalmente contraproducentes en esos momentos en que a uno le encantaría ser protagonista de una novela de Jane Austin y, que creemos que son nuestra única tabla de salvación en nuestro propio naufragio emocional. Y mientras tanto Ramoncín, haciendo el bailecito de Mauricio Colmenero (Tititirititi Tititirititi.....) y suma y sigue derechos de autor que no se apiadan del mal ajeno, y en esos momentos, universal y catastrófico para el que lo padece.

Y es que la música esta asociada inevitablemente a nuestra linea vital. Las canciones de los payasos de la tele, Yuri, Bonie M y 300 millones, las Baccara, Eurythmics o Queen, Los Beatles y los Rollings, Enrique y Ana.(Vale, sí, lo de Enrique del Pozo no tiene nombre...pero es un daño colateral...), Julio Iglesias, Rocio Jurado, o Raphael, Los hombres G, Mecano o Los Pecos ( vaya par de moñas, por cierto....) Los Nikis, Siniestro Total o Complices.. Radio Futura, Alaska y Olé-Olé, El canto del Loco, Rosana, Loquilo o Nena Daconte. Seguro que cada uno de nosotros tiene un patchwork sentimental de nuestra vida cosido con trozitos de canciones, que de repente un día musitamos, sin venir a cuento, y nos devuelven a otro momento de nuestras vidas. Son como extrañas puertas en el tiempo, que nos llevan y nos traen,
que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve

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